La ruta de hoy tiene muchos encantos: La estación que la reviste, marzo; un camino antiguo, el de San Miguel, por donde trascurre; una calera, y un oficio; una montaña, una reflexión:
Caminemos.
Salgamos por el camino que hay junto a la plaza de toros.
Si leísteis la entrada que hice sobre la ascensión al Yesero, recordaréis que al frente, la montaña; a la derecha, saldríamos a la carretera de Almedina, y a la izquierda surgen dos caminos.
Tomaremos el de la derecha, iremos a las faldas del Yesero (984 m.)
Y nos detendremos ante los restos de un horno para la manufactura del yeso.
La pendiente es muy pronunciada, lo que no impide renunciar a admirar lo que aún permanece de un oficio que fue imprescindible entre los años 40-60.
Me dicen que era un yeso de color rojizo.
Villamanrique se deja ver desde la ladera.
Aquí lo cocían y posteriormente lo trituraban para dejarlo preparado para uso en albañilería y enfoscado de fachadas.
Muchas veces son los restos que encontramos los que nos hablan de un lugar.
La forma del Yesero, su nombre, las dentelladas que perduran suavizadas por olivares.
Proseguimos por el camino de San Miguel; en los mapas, de Las Quebradas, paraje que atraviesa.
Arroyos como este que nace en Los Mirones.
Seguiremos por el de la izquierda.
Estamos a primeros de marzo y los almendros ya están completando su floración.
La luz juega a iluminar los rojos impresos en el campo.
A mi izquierda, Las Quebradas, lugar donde intercambian la Virgen de Mairena los pueblos de Villamanrique y Puebla.
Se espera lluvia y los círculos del abono parecen jardines ambulantes.
Y surgen, a partir de ahora, esos cerros a los que no puedo poner nombre, porque no soy de vuestra tierra, soy simplemente una aficionada a los caminos, con ese hábito adquirido desde la infancia.
Infancia remota que se aleja a la par que envejeces, como deshilachando los haberes, desconfigurando las fábulas...
Y los recuerdos, como hace ya un tiempo, en el que proyecté la feliz hazaña de remontar la senda que cruza por encima de los escarpes de este Campo.
¿Porque habrá una senda?
Y surgen los esbozos en forma de ruinas, o al menos así me lo parecen.
Y me pregunto dónde estuvo ubicada la desaparecida ermita de San Miguel.
Se suceden los arroyos de cuyo nombre ignoro.
Y esta tierra roja que encandila, que parece estar en pugna con el verdor del campo. Al final la sangría de su color enfoscará la superficie que pisamos.
Como un libro en la arena permanece este mojón.
Para nada, por si decides hacer este camino, lector, se hace pesado el caminar.
Además, no solo llega hasta Villamanrique, también desviándose a la derecha nos llevaría, pasando por Cernina, a la Torre de Juan Abad.
Almedina también se presenta.
Rediles. Ensoñaciones de pastores sin ovejas, de ganaderos sin reses.
Y cuando ya atisbo cerca Villamanrique, me veo multiplicada en otros tantos caminos que me han llevado a pueblos que desde la distancia ya eran libros abiertos.
Libros de donde emergían imágenes de arena que luego se convertirían en fortalezas.
Lo único cierto es que caminar nos hace más pensativos.
Me recibe Villamanrique.
Como tantas veces, he viajado sola, porque así lo busco, porque así consigo, como describe Unamuno:
"Hay que sentir el pensamiento y pensar el sentimiento"
A Rafi, de Puebla, entre otras razones, porque hoy es su cumpleaños.Marzo 2017.
Tú piensas el sentimiento, sientes el pensamiento y das vida al pasado con tu caminar en el marzo primaveral. Un abrazo
ResponderEliminarLos caminos nunca son monótonos, siempre encuentras algo especial, algo que no esperabas, algo que te acaba alegrando el día. Muchas gracias, Antonio.
EliminarUn recorrido entre ese monólogo interior tan literario, los oficios que ahora parecen ancestrales, el paisaje humanizado y el inalterado, el símbolo del camino como fortalecedor del espíritu y la soledad a veces tan imprescindible. Enhorabuena. Agustín Blanco.
ResponderEliminarViajo sola para poder escuchar, no solo al árbol que me encuentro, también las ruinas, que tienen mucho que decir, y por supuesto para dedicarles tiempo a esos pensamientos que solo fluyen en las circunstancias propicias. No se trata de pasar de largo por la vida, se trata de reflexionar, de observar y a la par de tratar de memorizar en base a lo que veo y a lo que vi, pues esas similitudes son las que me devuelven los recuerdos. Aunque pueda parecer que estoy afectada de esa "mancha indeleble" llamada locura, no me importa, en este mundo hay otros mundos que nos separan en momentos propicios de lo que ocurre, porque para poder seguir necesito aligerar cargas. Muchas gracias por tu comentario.
EliminarRosa tú das vida a lo que no tiene vida das visión a lo que nosotros no vemos es un un libro al que tú le das vida con todos tus pasos tu memoria tú fotografía, sé que tú eres muy feliz te gusta lo que haces te inspira te relaja cada cosa que ves el mínimo detalle lo captas, y a todo tu seguidores nos encanta, gracias amiga por hacernos disfrutar de todos tus encantos.
ResponderEliminarRecuerdo un día, en julio, que amaneció nublado y decidí que ese era el momento para ir a hacer una ruta por Almedina.
EliminarHay que esperar, justo eso, el momento, la cámara está dispuesta, y a caminar. Podrás hacer un mismo sendero cientos de veces pero nunca lo verás igual. Esa es la clave.
Me ayuda mucho el salir, acabo de llegar y he visto tantos detalles, que ahora mismo están buscando su lugar. Hazlo, Paqui, aunque solo tengas una hora, sé lo ocupada que estás, pero precisamente por eso lo necesitas. Muchas gracias.
Rosa por el camino que has entrado tú viniendo para villamanrique,por ahí ese camino he ido yo a buscar setas que ese camino nosotros aquí le llamamos Peña grana,conozco parte de esos caminos que el campo ese también lo he recorrido está muy bien lo que has escrito estoy de acuerdo contigo un abrazo.
ResponderEliminarGracias Juan por tu aportación. Sé que estos caminos los hiciste y los haces aún, no dejes nunca de caminar, un abrazo.
EliminarNo puedo estar más de acuerdo en que la soledad, así como el silencio es primordial y muy beneficioso. Hoy más que nunca es necesaria la reflexión, el interiorizar, porque es tal la prisa con la que vivimos y tanta la información con la que somos bombardeados cada día, que necesitamos del silencio y la reflexión,para separar la paja del grano y fijar en la memoria solo las ideas y conceptos importantes.
ResponderEliminarTu forma de conseguirlo, quizá sea de las mejores, porque añades al silencio y a la introspección,la belleza del paisaje siempre cambiante y consigues la tormenta perfecta y la lluvia de ideas y de poesía con las que dejarnos con la boca abierta.
Ah!! La ermita ( las pocas piedras que quedan de ella) estaba a tu derecha, al norte,más abajo de los almendros.
Entonces ya puedo volver. Muchas gracias por tu bellísimo comentario, un abrazo.
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