miércoles, 16 de junio de 2021

POR LA VEREDA DE LOS SERRANOS.

 




Hoy les traigo un excelente trabajo de un gran amigo, Miguel Mesa Molinos, porque son los caminos, a pesar de la distancia, los que acaban uniéndonos. Transito a menudo por esta Vereda de los Serranos pero desconocía el alcance histórico de su enorme recorrido, Miguel sabe explicarlo a la perfección.

Piquen por favor en el siguiente enlace:

Por la "Verea de los Serranos" en el Campo de Montiel



 


miércoles, 9 de junio de 2021

CIRCULAR AL COLLADO DE LAS CABEZAS (960 m.) PUEBLA DEL PRÍNCIPE.

 




En cuestiones de montañas no puedo, ni sé, especificar a qué pueblo pertenecen, más bien prefiero dejarlo sin citar porque creo que aunque los parajes sí respondan a ese orden, los montes no deberían pertenecer a nadie, tal y como se ven desde la lejanía, luego muchos de ellos tienen sus laderas cultivadas por olivos, almendros y en la vaguada, el cereal, pero pensemos que la altitud de estas modestas cimas no entienden de propiedades, son sencillamente lo que vemos, vigías hacia el horizonte.
Aún así dejo constancia de que la ruta transcurre por el término de Puebla del Príncipe, rozando el de Montiel.



Esta imagen va para una amiga a la que tanto le gustan las flores de los cactus y lo entiendo.




Esta ruta, a medias circular, (otro término que puede resultar contradictorio), la iniciaremos en la Puebla a la salida hacia el cementerio, carretera a Terrinches, junto a ese cartel que ignoro el porqué cita la Vía de Aníbal donde no está, desviémonos a la derecha.




La tarde es ideal, al fondo deberían verse las elevaciones de Jaén y Albacete pero la tormenta está regando sus siluetas.
Es una buena tarde para pasear, el verano se ha adelantado a su fecha y el campo va agostando el colorido primaveral.





Pasado el cementerio el primer desvío a la izquierda será mi camino, el del Collado.





La altiplanicie de Las Cabezas casi ocupa todo el horizonte, el pico que asoma puede responder a La Sonera.





En los caminos y durante un par de meses más podremos ver al matagallo o yerba del cólico, sus hojas impregnadas en aceite servían como mecha para el candil o como astringente para combatir las hemorroides.




Pero la que motiva la salida de hoy, aparte de la tormenta, es la retama en flor, por su colorido flamígero y ese maravilloso olor que aún no despega, el protagonismo se lo lleva la flor del olivo. Esperemos unos días más. 




Aunque voy sin rumbo fijo, solo en busca de olores y agua de lluvia, ahí es nada, me acuerdo de que nunca he ascendido al Collado de Las Cabezas (a la derecha) y es justo aquí donde tomo la decisión de que sea el protagonista de este paseo. 





Si me desviara a la derecha también llegaría a él pero prefiero seguir subiendo por el camino del Collado en dirección a La Sonera, la primera de una suerte de montes que en buen número nos acercan a Terrinches.





La pendiente es suave con muros que detienen las fuertes raíces de los olivos.




Una primera bifurcación a la izquierda nos llevaría directamente a Las Cabezas, quizás el acceso más sencillo a este imponente monte de larga espina dorsal.




Ya han hecho su aparición las elegantes escobas, de gran utilidad antaño.
Eres la escobera o pan de pastor.




Tras sobrepasar un llano con recios almendros, a la derecha, nuestra senda nos conduce al Collado.




Me voy en busca de la sombra de un gran pino, justo enfrente Las Cabezas imponen desde cualquier lugar.




En ese sobrevuelo que conlleva siempre tratar de alcanzar una cima voy escalando puestos de honor, hablo de miradores. Ahora, frente a mí, Almedina.




Justo enfrente quien haya subido quedará admirado hasta donde crecen los olivares. Aquí, sin embargo, la pendiente es muy suave y entre olivos y carrascas veo de nuevo la Puebla.




Contemplemos la exuberante vegetación.




Los Robreos, enfrente.




La Sonera y la Cabeza del Mijo, para mí son palabras mayores y nunca las había visto tan hermosas como desde este Collado.
En La Sonera, hasta en la misma cima, el olivo se mantiene. En la Cabeza del Mijo podéis admirar como en brechas crecen los olivos junto a las retamas, su cima sin embargo está más pelada, pero sí que hay restos de muros de alargada antigüedad.




A menudo subo a las cimas por el paisaje, por aventurarme en cada una de ellas y descubrir qué esconden. 
Ver a lo lejos, al fin y al cabo, es como viajar a través del tiempo, cuando no hay otra forma y cuando se añoran esos hechos que hicimos. Aunque de baja altitud, te revelan que aún puedes completar ese ciclo que un día, lejano, iniciaste.
La Torre de Juan Abad, se deja ver.




Y aquí en la distancia, Almedina solitaria entre los Campos de Montiel.




Otra forma de soñar.




La vereda de los Serranos bordea la silueta de fortaleza recia que plantea la Cabeza del Mijo. Su ascensión es fácil.
También justo donde comienza la retama es el mejor punto de acceso a La Sonera, su menor desnivel.




Llegados a este primer plano solo puedo deciros que he subido a casi todas, que cada una es especial y que la de la derecha, es conocida como las Dos Hermanas.



Como en la Cabeza de Juan Idáñez aquí también hay almendros y muy bien cuidados.





Me pregunto a menudo cómo decidieron plantar olivos aquí arriba, un arte sin duda.




Citemos parajes, Los Tagarrales.




Un toque de atención para la botánica. 
¿Alguna fragancia más deliciosa que la de la retama?




Sois otra de las razones por las que llego hasta aquí, sigo con mi catálogo de flores del Campo de Montiel, ya sobrepasé las 325 y ahora vosotras, desconozco vuestro nombre, aumentáis este número.




La cima se quiebra en honda y continúa, sé que si sigo adelante llegaré hasta la Vereda de los Serranos. Pero la tormenta comienza a desatarse.




Restos de un posible refugio.




He de volver al pueblo y encuentro esta senda.




Los cielos arrebatados se ciernen sobre la Puebla.




Eras la única oportunidad que se me presentaba para detener la preciosa gama de colores que preceden al verano.




Y aunque la flor del olivo gana el pulso a la de la retama, es solo cuestión de unos días, el aire revuelto, audaz, esparce el dilema.




Y ahí está mi camino de inicio, el que da nombre al monte o ¿será al revés?
Deberíamos navegar más a menudo por los topónimos de cada lugar.
Es lo único que nos queda de esa memoria-tradición de nuestros mayores.





Y estos muros subrayando la tierra.





Y los campos de cereal y los olivos y los caminos infinitos que te obligan a seguir buscando.




Al fondo los relámpagos ensayan un interrogante.
¿Lloverá?




Y llegados a este punto dejaré escrito que es una ruta fácil, de escaso desnivel y que un par de horas serían insuficientes para captar la belleza de lo que no es fugaz.




5 de junio del 2021.

Dedicado a Juan José y Pablo que, naturales de este Campo de Montiel, hoy cumplen 8 años.
Para que sigan desarrollando en sus sueños los caminos que otros antes recorrieron por ellos.





sábado, 5 de junio de 2021

LA AGRICULTURA VISTA POR GREGORIO PLANCHUELO (1954)

 





Aconsejo a menudo que en nuestra librería particular ocupen un sitio de honor esos libros que tratan sobre el Campo de Montiel y ahora que con el estío nuestros ánimos lectores se verán incrementados, qué mejor que volver la vista hacia la obra de Gregorio Planchuelo (1954): "Estudio del Alto Guadiana y de la altiplanicie del Campo de Montiel", que fue su tesis doctoral. 

Mi interés hoy es traer hasta esta página un capítulo, muy interesante como toda la obra, que trata sobre la agricultura, para observar desde la proximidad que nos ofrece el campo cómo los cultivos algunos han cambiado, otros han tomado fuerza y otros se han introducido demostrando que esta "Mancha seca" no lo es, que el trabajo y la paciencia producen sus propios frutos y que para crear hay que faenar y mirar hacia atrás. Y es que estas artes, que a continuación nos describe el autor, vienen de la mano del hombre desde principios de los tiempos y han sido la base de la economía de subsistencia y jamás entenderé el porqué "algunos" las desoyen, quizás es que nunca han tocado la tierra de sus ancestros, craso error.

Lean, por favor:




AGRICULTURA Y GANADERÍA. 

"Los cultivos solamente son posibles en las barrancadas resultantes de la erosión por las aguas de lluvia, que han dejado al descubierto las arcillas y margas. Asimismo ocurre en las vaguadas de los ríos y arroyos, en donde el regadío permite, durante el verano, el cultivo intensivo. En cultivo extensivo se explotan los cereales de invierno -trigo, centeno, cebada y algo de avena- los más extendidos por la comarca, en alternativa con las leguminosas de secano, como los yeros, las almortas o guijas y los chícharos (éstos en menor extensión). En Viveros se multiplica también la escaña, junto con los anteriores cereales. Por La Solana se cultivan las lentejas y los garbanzos, si bien son éstos de cochura difícil por el sulfato de cal del terreno, extendiéndose el cultivo de esta leguminosa por otros pueblos, como Viveros, Villahermosa y Fuenllana, teniendo fama en la comarca los garbanzos que se producen en ésta última villa. También en La Solana se cultivan algo los cominos y, por Santa Cruz de los Cáñamos, los ajos. En regadío se recolectan en los huertos de las vallonadas de los ríos y arroyos, durante el estío, hortalizas, patatas, judías (éstas en gran cantidad) y el maíz. Tuvo importancia en tiempos pasados el cultivo del cáñamo y lino, como se deduce por la toponimia de algunos pueblos (Cañamares, Santa Cruz de los Cáñamos), y por las referencias que hacen a ellos, en las Relaciones Topográficas de muchos pueblos de esta comarca. Hoy estas dos plantas textiles ya no se cultivan. También se explotan los melonares con sus cultivos típicos, si bien esta explotación carece de la importancia que por otros pueblos de la Mancha, en la llanura terciaria (Tomelloso, Argamasilla de Alba, Manzanares, etc.). 

En cuanto al cultivo del azafrán, ha tenido anteriormente mucha mayor importancia que en la actualidad, pues va decayendo rápidamente; sin embargo, aún se sigue cultivando en la parte oriental del páramo, por El Bonillo, El Ballestero, Munera, Robledo y Viveros, y, algo, en La Solana, tendiendo a desaparecer aquí el cultivo de esta iridácea. 

El esparto, que se da espontáneamente en los claros del matorral, principalmente por la parte septentrional, es objeto de aprovechamiento, si bien su producción es poco notable, ya que la importante industria espartera de La Solana tiene que abastecerse de otros puntos de la provincia de Albacete y Murcia. 


Refiriéndonos a la arboricultura, son muy poco aficionados los montieleños, al igual que el resto de los manchegos, a la explotación de los árboles frutales, por lo que casi no se observan plantaciones en sus regadíos: algunas empiezan a hacerse en la vega de Villanueva de la Fuente, principalmente manzanos, y también algo en Povedilla y cerca de Munera: pero la riqueza frutal es de muy escaso valor. La vid, en tiempos pasados tuvo cierta importancia, ya que la mayoría de los pueblos se abastecían con su producción y aun, a veces, como sucedía en El Bonillo, el excedente le colocaban fuera del territorio, por Villarrobledo o La Roda. La invasión filoxérica acabó con todos los viñedos hace algún tiempo; hoy, debido al elevado valor de la uva y el vino, comienza a hacerse la replantación con mucho entusiasmo por toda la comarca; principalmente se ha desmontado bastante terreno y plantado de viñedo, en las proximidades de la Ossa de Montiel; asimismo, Cózar y la Torre de Juan Abad, sobre todo la primera, posee magníficos viñedos de corta edad; La Solana, Alhambra, Munera e Infantes (y menos Villahermosa y Villanueva de la Fuente) poseen buenos viñedos que también se extienden por la parte meridional del territorio. 


Los olivos se cultivan, muchas veces, asociados a la vid, en todos los pueblos acabados de mencionar para esta planta, menos por la Ossa de Montiel. Las laderas meridionales del páramo que miran al mediodía, es el terreno, por su orientación, más apropiado para el olivar. Este cultivo tiene cierta importancia comarcal, aunque no se obtiene el suficiente aceite para abastecer a toda la comarca que tiene que proveerse de la provincia próxima de Jaén. 


El almendro, se cultiva bastante en todas partes. He podido observar plantaciones importantes cerca de Las Salinas de Pinilla, por la finca llamada "Venta del Palomar", que está a una altitud rayando con los 1.000 metros, pues es un árbol que, contra la creencia corriente, resiste lo mismo que su flor, muchos grados bajo cero, no ocurriendo lo mismo al cuajarse el fruto. A esta misma altitud también los he visto plantados, limitando a los viñedos, por el páramo próximo a Villanueva de la Fuente. Por la zona meridional, con el olivo, se ven bastantes almendros, aunque este árbol podría ser más explotado por esta parte. 


Se cultiva poquísimo el zumaque, como planta curtiente, que solamente he visto plantado en las cercanías de Villanueva de la Fuente. 


En cuanto al aprovechamiento forestal, es de gran interés económico la explotación de la leña de los montes (chaparro, coscoja y romero) que se vende por los pueblos del territorio y aún se exporta fuera de él. Son muchos los braceros que en la época que no encuentran trabajo, se dedican a la recogida y venta de la leña, transportándola a los sitios de consumo a lomo de caballerías o en carros. Los hornos de yeso, cal y ladrillos consumen gran cantidad de leña y también los particulares, ya que es costumbre por esta región, guisar y calentarse en las chimeneas de grandes campanas, haciendo uso de este combustible. La madera para la construcción se obtiene aprovechando la que proporcionan los árboles de ribera (álamos, chopos, olmos) que crecen en los sotos, a lo largo de los ríos; la que proporciona la sabina, árbol típico de esta comarca, que crece muy lentamente en bosques claros o sabinares, en la zona comprendida entre la Ossa de Montiel, El Bonillo, El Ballestero y Villahermosa. La madera de este árbol es muy resistente al agua compacta, de grano fino, muy aromática y de hermoso color rojizo veteado, por lo que resulta muy bella para la fabricación de muebles, usándose, asimismo, para traviesas, apeas de minas, ejes para norias, por ser casi incorruptible, y, por tanto, de gran duración.


Las encinas se ven entremezcladas con las sabinas, y a veces, formando pequeños bosquecillos, o encinares, al Sudeste de la Sierra de Alhambra y término de Argamasilla de Alba. El roble tuvo gran importancia, pues crecía en gran número entre el monte de sabinas y encinas, y, sobre todo, por la parte de El Ballestero (monte Mirones). Durante nuestra última guerra, la corta del roble y la encina fué tan intensa, y sobre todo la del roble, que puede decirse que la riqueza forestal de este último árbol ha quedado reducida a su mínima expresión. Como el pino del Alepo o de Jerusalén se daría perfectamente por estas parameras calizas, es lástima no se decidan a hacer plantaciones importantes de esta conífera, de crecimiento mucho más rápido que los árboles antes citados. y que revalorizarían grandemente estos terrenos calizos pobres, en poco tiempo.

Se puede decir que, con los árboles acabados de citar, sobre todo las sabinas, y la madera de pino, que se importa de las sierras próximas de Alcaraz y Segura, se abastece de maderas todo el territorio. El carboneo de las ramas de sabinas, encinas y marañas, tiene su importancia económica, ya que el carbón vegetal lo exportan fuera de la comarca.


Respecto a la ganadería, tenemos que anotar que es de gran importancia económica, ya que la gran extensión de sus montes y baldíos le permite mantener gran cantidad de rebaños de ovejas, que pertenecen a la raza manchega. Asimismo, tiene importancia el ganado cabrío, que aprovecha los brotes del matorral, y suministra de leche a lodos los pueblos, escaseando el vacuno para esta producción; no es, en cambio, raro este ganado para el laboreo del campo, por la parte oriental del territorio, usándose en el resto la típica yunta de mulas. No escasea el ganado de cerda por toda la comarca, siendo generalmente de raza extremeña.

Creemos, en suma, que podría aumentarse grandemente la economía agrícola de la comarca aprovechando la rica capa freática que existe por todas partes para aumentar los cultivos de regadío. La hondonada, al norte de Viveros, sin mucho dispendio, creo podría regarse toda ella, y transformarse en huerta.

La riqueza forestal podría incrementarse grandemente repoblando intensamente los montes y prohibiendo muchas roturaciones antieconómicas"