Tratar de plasmar tiempos pasados de 50 años atrás, no es tarea fácil, es ardua tarea porque ahora se aglutinan en mi memoria vivencias, anécdotas, historias y recuerdos de época pasada, a los que hay que ordenar, para relatar cómo sucedían los noviazgos y cómo eran las bodas de las décadas de los 60-70 y hasta los 80.
Así mismo quiero decirles que el único interés es entretenerles y trasladar estos ritos y costumbres a las generaciones posteriores, para que no se pierda la tradición y sirva de aprovechamiento cultural de cuanto sucedía en mi pueblo.
Para situarnos en el tiempo, hay que remontarse a los años de 1960 y posteriores, y qué mejor que una poesía para saborear cómo se vivía por entonces, por eso al final en un anexo les pongo esta poesía que titulo” La sencillez de mi pueblo”
Y ahora sí que les explico cómo comenzábamos la noviez: Las chicas ya adolescentes no teníamos otras salidas de la casa, sino eran las imprescindibles para hacer las compras o ir a por agua a la fuente. Solíamos hacer las faenas del hogar que no eran pocas, barrer, fregar, cocinar, coser, lavar, planchar, enjalbegar etc. etc., con esa edad para conocer a alguien solo teníamos la salida por la noche, a eso de entre dos luces, anocheciendo, íbamos a la fuente de la plaza a por agua , y esa era la hora propicia para darse uno a conocer, porque los chicos ya habían regresado de sus faenas agrícolas y se ponían en pandillas de 5 o 6 muchachos en las esquinas. Solían hacerlo en las esquinas por donde sabían que teníamos que pasar, y ya sabían quienes les gustaba sin más conocimiento que el sentido de la vista, ellos esperaban y nosotras con nuestro cántaro de agua, de manera que se arrimaba el chico y te daba las buenas tardes a la vez que te pedía salir con él, normalmente a la primera se daban calabazas, es decir, no lo consentías porque había que hacerse merecer, pero ellos también se organizaban, de manera que subíamos a la fuente con uno y bajabas con otro, así un día y otro hasta que le dabas un sí, y podrían pasarse hasta dos o tres meses, la razón era que había que conocer las intenciones y a las personas, y finalmente una se decidía con el que más le gustaba, este era el primer paso.
El segundo paso a dar era hacerlo saber a tus padres, que ese era mucho más serio, porque éramos tan tímidas que no nos atrevíamos a decírselo a nuestras madres, pero ellas no eran tontas y veían el trapicheo, por eso no te dejaban ir a por agua, y te decían “deja el cántaro y mañana por la mañana traerás el agua”, y "a misa tampoco te arregles que no irás a misa"
Aquello eran palabras mayores y el respeto era absoluto, así que con paciencia y humildad nos acostumbrábamos y la obediencia era debida.
Esto que os cuento es de mi época, porque las de más atrás, fue mucho peor, más férrea la disciplina, y creo que por esta razón las jóvenes se casaban antes, para tener más libertad de salir y entrar a nuestro antojo.
La noviez se consolidaba con el paso del tiempo y así se iban formalizando las relaciones, de manera que los domingos por la tarde nos dejaban salir a la puerta de la calle, uno enfrente del otro y charlábamos amistosamente, por las noches salíamos por la ventana por un tiempo de media hora, no más, solía ocurrir que si la ventana estaba alta había que ingeniárselas para estar algo más cómodo y se ponían un alza con ladrillos, piedras o alguna silla y cuando era invierno había que abrigarse bien poniéndose los jóvenes la pelliza, cuestiones estas por las que había que ir pensando en acelerar la boda. Otro detalle era que el novio se ponía a rondar en la misma ventana y se esforzaba en toser para ser oído por la novia que acudía a charlar, había además un ritual que cumplir, si se acercaba alguien a casa de la novia, el novio tenía que retirarse de la ventana e igualmente si se acercaba algún familiar, por lo general tío, abuela, etc. hacían un paripé tosiendo para que el novio se retirara de la ventana, y cuando se metía en la casa volvía el novio a la ventana y allí dale que te pego charlando y haciendo planes.
¡Cómo pasan los años y las vueltas que da la vida! ¿Verdad?
La noviez siempre fue muy disciplinada. Por lo general las iniciativas y planes de boda surgían después de venir de la mili el novio, entonces el Servicio Militar era obligatorio y parecía dar más sensatez y preparación para formar una familia, de manera que los novios hablábamos de boda “para el año que viene” y la época propicia era el mes de agosto o septiembre, porque era cuando los padres recogían las cosechas y el novio era el encargado de decirle a su madre: “ Madre vaya usted a hablar con mis suegros para fijar la fecha del mes en que nos casamos, a ver que le dicen “. Si daban el visto bueno, seguían hablando, y si no a esperar a otro año, si había acuerdo, se iniciaban los trámites de preparación y arreglo de la boda, era “ la petición de mano “de forma que la novia ofrecía una pequeña invitación y nos juntábamos la familia más íntima, los justos, y con ello se dejaba entrar al novio por primera vez a la casa de la novia, la costumbre es que el novio le hacía un regalo que consistía en dinero y de este dinero la novia tenía que comprarle al novio “la mudá”, la camisa y la corbata, la madre ya se encargaba de comprarle el traje a su hijo.
Hasta aquí un relato de cómo sucedían los noviazgos, ahora continuamos con las costumbres de la preparación de la boda, y para ello había que encontrar casa que habitualmente era de alquiler, porque tener una casa en propiedad había que hacerlo con mucho tiempo, y ello significaba mucho dinero del que carecíamos, por tanto hablando la familia se decidía ver casas en alquiler y al final decidir la más apropiada, claro está que había que limpiarla, pintarla y dotarla de muebles, y para ello la comitiva era, la novia con su madre y la suegra (el novio permanecía en su trabajo y faenas del campo). Solíamos salir a escoger los muebles y todo de acuerdo con las fuerzas económicas de ambas familias, por lo general el novio pagaba el comodín de la alcoba y la novia los demás muebles.
Una vez concluido lo de los muebles había que preparar las ropas y demás enseres de la casa como era la cama, para ello había que preparar lana para el colchón y la almohada, y para ello hablábamos con los ganaderos y les encargábamos la tasa, que consistía en tres arrobas y media de lana, para quienes les interese saber, la arroba eran unos once kilos y medio.
Cuando los ganaderos nos comunicaban que ya tenían la lana, nos daban los vellones para lavarlos y para ello nos íbamos las amigas, primas, cuñadas, al Estrecho de Cobastiga, y la madre de la novia que tambien nos acompañaba se encargaba de dirigir y preparar la comida que consistía en un caldo de patatas, ¡poca cosa! ¿verdad? , pero riquísimo y todo ello con una gran alegría que parecía una gran fiesta.
Una vez que la lana estaba limpia y seca, por las trasnochadas nos juntábamos las vecinas y alguna amiga para abrir la lana, porque había que dejarla como el algodón.
Ya tenemos la casa limpia y pintada, los muebles en su sitio y falta la ropa, pero antes había que plancharla, esto se llamaba “el Ajuar” y todo era impecable, bonito y con un decoro extraordinario, el planchado se hacía en una habitación y en todo alrededor se ponían sillas en cuyos respaldos se colocaban las toallas, los mandiles, las sabanas bajeras, todo muy adornado con sus festones y sus letras bordadas. Tambien poníamos unos tableros a un lado de la habitación para ir colocando las sabanas de diario bordadas y adornadas, los juegos finos como el de la boda, tremendamente bordados a mano con unos calados preciosos y se conservaban como legado para nuestros hijos y nietos. Cuando estaba todo el ajuar planchado y expuesto con mucho esmero, se invitaba a la familia y a los invitados y sus mujeres para que fueran a verlo y de allí salían los comentarios de “pues a fulana le han dado tantas sábanas, mantelerías, toallas, mandiles y tantos equipos…” (el equipo consistía en la ropa interior) De todo ello había que dejar buena nota, es decir, apuntado y a esto se le llamaba “la Hijuela”, que se hacía por escrito y se firmaba por los padres de la novia y del novio.
Seguidamente había que preparar para el convite del día de la boda y aquí ¡sí que hay tomate!, trabajo para dar y tomar, el novio una semana antes tenía que traer dos cargas de jarones (jaras, troncos y chaparros), para la lumbre para guisar las comidas, lo habitual era que las bodas se celebraran en la casa del novio por tener más amplitud y reunía mejores condiciones, aunque con posterioridad ya se disponía de unos salones que se alquilaban para estos eventos, como fueron los salones de la Higiénica ( fábrica de hielo y gaseosas) y los salones de Pedro López en la carretera de Andalucía, que disponían de amplios salones y de cocina de guisar para tales menesteres, lo que aliviaba la dura tarea de las cocineras.
También había que preparar la loza de platos y vasos para las comidas del día de la boda y entonces salíamos con una canasta cada familia a casa de sus invitados, a ver que nos daban y se decía “a ver que nos dais", nunca hubo problemas, cada cual daba según su tenencia y nos decían, “pues toma doce platos, seis fuentes, dos cazos, alguna bandeja..."y así casa por casa, claro está que llevábamos una libreta donde apuntábamos lo que nos prestaban para después devolverlo. Además teníamos que señalar con pintura en el reverso de los enseres y apuntarlo en la cartilla para que no hubiese equivocación. Todo ello lo trasladábamos al salón y ahora tambien había que dotar el salón de sillas y tablones, seguíamos pidiendo las sillas y los tablones, nos los dejaban los carpinteros del pueblo, por consiguiente había que devolverlos bien limpios.
Resueltos estos asuntos que no eran de poca monta, nos trasladamos a la preparación de la boda, que esto sí que era de gran envergadura por lo que suponía de dedicación y organización, siempre con la sencillez y precariedad que todo suponía.
Las bodas para las familias del novio y novia duraban tres días, o sea, la víspera para los preparativos, el día de la boda y el día posterior para desmontar y limpiar.
Para dejar constancia de este día inmortal se solicitaba la presencia de un fotógrafo y por aquellos entonces solo había uno en el pueblo, que se llamaba Juanito "el Sacristán", y cuando este emigró a Madrid, nos quedamos sin fotógrafo, a lo sumo había caso excepción alguna cámara de fotos particular con un carrete de 12 o 24 fotografías de las denominadas kodak y cuando no, pues a aguantarse, y esperar alguna ocasión en que apareciera un fotógrafo y entonces se aprovechaba para volver a ponerse los trajes y dejar constancia de la boda.
El día de la boda consistía en la ceremonia eclesiástica a las nueve de la mañana, a la que por cierto las madres de novio y novia no asistían por estar pendientes de la organización de los invitados y preparativos, eso sí, te recibían a la puerta del salón, eran las primeras y allí te daban el abrazo más tierno y entrañable con lágrimas como puños de ver la felicidad de sus hijos, además las madres no necesitaban un vestido para ese día, ni unos zapatos, solo preparaban una bata limpia y un mandil porque la tarea era de gran esfuerzo y sacrificio, nunca se quejaban y lo hacían con tanto cariño y humildad, para que todo quedara bien, todo por sus hijos para que pasaran un día feliz.
Acto seguido a la Santa misa, se ofrecía un desayuno que se componía de un plato con una jícara de chocolate, un bizcocho blanco y un par de soletillas y después se pasaban unas bandejas con unas copillas muy pequeñas, entonces no había vasitos como los que ahora dicen los jóvenes, chupitos, y se llenaban unas botellas de cristal, que decíamos de "pitorro", y te servían anís y mistela. Hago notar que las jícaras eran una tacillas estrechas y altas que las alquilaba Pascuala "la Trapera" previo abono ya convenido y luego se devolvían limpias.
Terminado el desayuno, los novios en la mesa principal recibían la ¡Enhorabuena! y se depositaba el regalo por parte de los invitados que siempre era dinero en una bandeja, así de sencillo y fácil porque entonces no había sobres como en la actualidad, salvo raras excepciones, a la vez que el padrino agasajaba a los invitados dándoles un puro para fumar y compartir a modo de hoguera por la felicidad de la pareja.
En otras bodas el desayuno, cuando los medios eran más escasos, y las familias no podían llegar a más, solo se ofrecía el chocolate y churros. Los churros se encargaban a los churreros o buñoleros del pueblo. Que yo recuerde estaban "el hermano Ambrestuta" y "el hermano Traqueteo", que los preparaban de forma envidiable.
Pasada la mañana, había un rato de relajación para los novios que se marchaban a su nueva casa en donde descansar un rato y contar el dinero recaudado de los invitados, mientras que los asistentes se despojaban en sus casas del traje y se cambiaban de ropa y recogían los cubiertos y la servilleta para la comida, en el caso de los enamorados, aún no casados y ya novios, la mujer se encargaba de llevar los cubiertos de la pareja y la servilleta que era una obra de arte porque estaban bordadas a mano, y así trascurría la mañana hasta reponer fuerzas.
Nos disponemos a la comida del mediodía, para ello hay que decir que los ingredientes de las viandas había que prepararlos el día anterior y tenerlos a disposición para tomar tiempo y que todo estuviera sabroso, para ello se contaba con una cocinera ya experta en estos menesteres, no por lo que de cultura gastronómica hubiese estudiado, sino por lo bien dispuesta y experta sabiduría popular que tenía en su haber. No puedo dejar pasar de mencionar a la señora Juana "la Chicharra", ya fallecida y Dios la tenga en su gloria, no hizo ningún curso de cocina, ni asignatura de cálculo, pero "con uñas y dientes" se lanzaba a todo para llevar el pan a sus hijos. Ahora que se recuerda el día de la mujer trabajadora, ¡esta sí que tenía que celebrarlo! A ella se le entregaba una lista con cuantas personas o comensales había que darles de comer, cien, doscientos etc. y ella nos entregaba otra nota con las reses que se precisaban, gallinas, fideos, garbanzos, arroz, chocolate...en fin todo lo que hacía falta y ella lo preparaba la víspera por la noche y no pegaban ojo durante la noche tanto la cocinera como las madres porque había que echarlo en ollas.
La comida del mediodía se componía de: cocido de los conocidos de "tres vuelcos": sopa, garbanzos con verdura y carne; era un plato que se decía, "resucitaba a los muertos", y se servía un plato de sopa de fideos, después garbanzos con todas sus viandas de carne, y a continuación otro plato con una salsa de picadillo de huevo con almendras que era un manjar de los dioses, y de postre una ensalada de melón que se servía en fuentes para cuatro personas.
Hay un recuerdo muy entrañable que no puedo pasar por alto, y es que el día de la boda al mediodía se reunían en la puerta del convite un grupo de diez o quince personas, pobres, cada uno con un cazo, o una olla, o un bote o una lata del tomate, pidiendo para poder comer ese día, y a los que se les llenaba el envase. Eran pobres, sí, pero con una humildad y una educación sobrada, eran trabajadores pero no había trabajo y muchos tuvieron que emigrar, eran buena gente y como dice el dicho “el hambre agudiza el ingenio", muchos de ellos emigraron a Valencia, a Palma de Mallorca o al País Vasco, y allí prosperaron, incluso alguno llegó a sacar carrera u obtener puestos de responsabilidad por ser buena gente.
Terminada la comida la gente se marchaba a cambiarse de ropa y arreglarse para el baile, que empezaba una vez recogidos los restos de la comida y finalizaba con la cena, o sea toda la tarde.
La música estaba compuesta por gente del pueblo que se habían organizado en grupos o charanga popular, y solían ser al menos de tres o cuatro personas, son célebres "el hermano Atanasio el Bizcochero", "Tiznajo", Juanito "el de la Sindical", Francisco "el de Evaristo", "el Cojete", Francisco “el Pitodoble”, Víctor "Virutas"etc...todos ellos dominaban con gran maestría los instrumentos musicales, acordeón, bandurria, flauta, guitarra, batería, etc. y alguno se denominaban “los bárbaros del ritmo, los paletos"etc. Eran agradables y la gente se dirigía a ellos pidiéndoles tal o cual canción, así durante toda la tarde, de tanto pedir surgió la anécdota en uno de los chascarrillos que cantaban que decía: "No hay oficio más cabrón que el de tocar la guitarra, sentadito en un rincón y todo el mundo le manda”. Estas comparsas o rondallas, se fueron renovando con gente más joven y formaron una estudiantina, es el caso de los hermanos Coronado Jiménez, Juanito, Pepillo, Pedrín, Pedro Romero, Agustín "el de la Pura", etc. En mi boda, por cierto tuvimos que avisar a un grupo de Cózar que entre otros lo componían "El Rasca", Vicente Manillas, Matías etc. que igualmente lo hacían de bien.
Cuando se aproximaba el anochecer, se paraba la música y se hacía un recorrido con los músicos por el pueblo y toda la comparsa detrás acompañando a los novios y la gente salía a las esquinas para ver la comitiva y tras este paseo volvíamos al salón que ya estaba preparado para la cena, cada cual escogía su sitio y se iniciaba la cena, y aquí tengo que mencionar a los camareros encargados de atender a los comensales, que siempre eran los hermanos de las dos familias o familiares muy allegados que prestaban sus servicios de forma ordenada y con gran destreza se pasaban los platos unos a otros, en cadena hasta llegar a las mesas.
La cena se componía de un plato de arroz con carne, que no tenía desperdicio y un segundo plato de carne en asado, ¡todo un manjar! como veréis a pesar de todo y en aquellos tiempos nadie decía que tenía azúcar o colesterol, solo había hambre y mucho trabajo. Hago un inciso para decir que la víspera de la boda por la noche se daba la despedida de soltero y en ello se aprovechaba toda la casquería de las reses, cadenetas, asaduras, hígado, callos, sangre frita etc. media arroba de vino.
Trascurrido el día de la boda al día siguiente toda la familia se disponía a limpiar, fregar y repartir lo que se había pedido con las cestas que explicaba anteriormente, también se aprovechaba para comer en familia y hermandad, se estaba tanto para lo bueno como para lo malo, pero siempre muy unidos, felices y contentos, como veréis no tiene nada que ver con lo de hoy en día.
En este tercer día se aprovechaba por los novios para visitar a las familias, de manera que nos poníamos el segundo traje de gala, bien vestidos y arreglados porque había que ser agradecidos con los invitados y se les ofrecía nuestra nueva casa y ellos a cambio nos ofrecían una pequeña invitación que consistía en unas galletas de vainilla y una copilla de mistela. La mistela no faltaba en estas ocasiones y se vendía a granel por litros.
Hasta aquí es cuanto puedo contaros sobre la noviez y las bodas de aquella época, casi todas eran iguales y de esta forma se empezaba a formar la nueva familia, dando pasos cortos pero seguros, y empezar a vivir los primeros pasos del matrimonio, que dicho sea tambien en el matrimonio no todo es de color rosa , siempre ha habido y habrá altos y bajos, pero cuando hay amor en el corazón, todo se sabe superar, porque el amor no son esas tonterías de juventud, el verdadero amor es cuando las personas miran siempre en la misma dirección y os lo digo yo que llevo casada cincuenta y dos años, y añado “ con el mismo”, y que no nos falte, porque realmente cuando se valora es a la vejez, que es cuando llega la soledad, pero esto es "harina de otro costal" y merece un capítulo aparte.
Os acompaño unas fotografías para que sirva de recuerdo de cuanto aquí relato, por aquello de que una imagen vale más que mil palabras. Con gran afecto. Paca Jiménez Muñoz.
Anexo:
Formidable Paca, como si nos hubieses metido en una máquina del tiempo, de nuevo vuelve uno a la niñez, porque por entonces yo solo era un niño de aquellos que jugaban en el muelle de la bodega o dentro incluso de la bodega. (Soy Bienve.)
ResponderEliminarBienve, ves como nos alegra recordar todas aquellas cosas de esos tiempos que eran realidades y éramos muy felices, yo disfruto mucho recordando mi vida y por favor que a vosostros os guste también, muchas gracias Bienve.
EliminarPaca una cronica perfecta de lo que vivieron nuestros padres, que tiempos aquellos, como ha cambiado todo, desde los valores hasta la solidaridad, muchas gracias por este gran trabajo
ResponderEliminarMira, no sé quien eres pero te doy las gracias y me alegro que lo leáis y lo recordéis para que veáis lo que ha sido nuestra querida España, eso es lo que hemos tenido en España, lo que hemos levantado, lo que es a fuerza de uñas y de dientes, de trabajar mucho, mujeres y hombres, sin replicar, con esa humildad, nada más que obedecer a nuestros padres y ellos hacían los pobres más que de lo que podían, porque han sufrido muchísimo y nos han dado una educación grandísima por eso estos recuerdos no se me van ni de día ni de noche y siempre los tendré en mi memoria y me alegro de haber llegado este tiempo donde lo pueda manifestar, un abrazo muy grande, adiós.
ResponderEliminarHola Paca, me dejas perplejo con este exhaustivo recorrido de lo que en aquellos tiempos eran las relaciones sentimentales. También es una valiosa crónica social que nos permite a los que no los vivimos, conocer un poco más la época. Muchas gracias por este relato, bonito y ameno, de las costumbres que se daban en unos tiempos difíciles en los que la gente del pueblo batallaba día a día por una vida mejor, y que, por eso mismo, valoraban profundamente lo poco o mucho que tenían. Me ha gustado mucho. Saludos y enhorabuena!!
ResponderEliminarJuan Basilio, te doy las gracias, mira me gusta que lo leais porque claro son cosas que no se olvidan porque son muy bonitas pero lo que a mí me llena es que ya era hora de que reconociéramos a nuestros mayores, lo que han padecido, que han trabajado muchísimo y no había Día de la mujer trabajadora y entonces esto me llega al alma, es verdad que las mujeres de hoy son muy trabajadoras pero no tienen comparación con las de antes, porque antes también trabajábamos y mira no había guarderías, no había asilos para las personas mayores, ¿dónde íbamos? cada uno a abrazar su cruz y las persoas mayores tirábamos de todos los carros porque hoy si no fuera por los abuelos, si no fuera por los padres, si no fuera por las residencias, si no fuera por las guarderías, ¿qué vida tendríamos y dónde nos espera el final? En una residecia porque nadie tiene tiempo por muy trabajadores que sean, que yo me alegro muchísimo de que las personas hayan formado a personas, que hayan estudiado y que hayan trabajado, porque mira viene ua carta como a mí me pasa y no la entiedo, no sé lo que dice, pero esto es divino de escuchar y yo quería hacer un homenaje a las personas mayores y Dios me ha dado la oportunidad de dárselo, muchas gracias.
EliminarBueno Paca no te he podido comentar antes entre unas cosas y otras, pero que te voy a decir pues que tienes una memoria que Dios te la conserve, parece que hemos estado en las bodas como nos lo has detallado, yo si es verdad que de esas bodas algo me acuerdo en alguna ocasión, me quiero recordar fui a recoger platos a las casas que le ponían un esparadrapo por detrás con el nombre.
ResponderEliminarClaro la Juana la juanilla la chicharra qué es cómo le decíamos a la mujer,era muy buena cocinera en las bodas jamás nos olvidaremos de ella además era prima hermana de mi suegra, mi enhorabuena.
Bueno Francis muchas gracias, me dices que tengo muy buena memoria pero es que yo quiero trasmitirosla a vosostros para que veáis que esforzándoros os acordáis de algunas cosas, aunque poquitas cosas, vais recordándolas, hay que moveros como a los colchones de lana que antiguamente había que mullirlos, pues eso os pasa a vosotros. muchísimas gracias.
EliminarPaca vaya memoria todas esas cosas es que no se olvidan yo me recuerdo de ir en alguna ocasión alguna boda de esas de los años 70 y comer bizcochos
ResponderEliminarblancos que estaban muy buenos y pardos con chocolate, a mediodía hacían buenos guisados qué mataban algunas cabras para hacer la comida también hacían por la noche una salsa muy buenas para luego la cena, me has he hecho recordar siendo niño, y si te digo que la vida de antes varía mucho a la de ahora se disfrutaba todo con mucho sacrificio y amor,claro que no se nos puede olvidar a nuestra cocinera Juana juanilla como la llamabamos enhorabuen.
Juan Antonio a ti también te doy las gracias porque ves cómo recuerdas muchas cosas que tenías olvidadas. ¿Ya no te acordabas de Juanilla "La Chicharra"? Mira cómo te has acordado de ella, la quiero mucho a esa mujer, la he querido siempre porque ha sido una mujer muy trabajadora y muy mujer de su casa y creo que se merecen un homenaje y VIVA con ellas, que en paz descanse y siempre recordándolas. Gracias.
EliminarPaca buenas tardes desde Segura de la Sierra, desde donde diviso en el horizonte tu pueblo, o al menos el de Rosa (el adoptivo claro).
ResponderEliminarEn relación a lo que has publicado en el blog de nuestra amiga Rosa “NOVIAZGOS Y BODAS DE ANTAÑO”, aparte de ser una “joya” y Dios quiera que te conserve esa memoria durante muchos años, he de decirte que lo he leído varias veces, y en honor a la verdad, en el trascurso de la lectura me he reído, entristecido, e incluso se me han saltado las lágrimas…te cuento:
Primero, seguro que has pensado: Para que Miguel no me pregunte, explicaré el significado de las palabras que son propias de Villamanrique y también supongo que del Campo de Montiel: Enjalbegar, equipos, la “Hijuela”, los jarones, las jícaras, los cocidos de "tres vuelcos"…, bueno, enjalbegar si la conocía, y una vez lo ¡!hice!!. Gracias por las explicaciones.
Segundo, me quedo con el final. “…se empezaba a formar la nueva familia, dando pasos cortos pero seguros, y empezar a vivir los primeros pasos del matrimonio, que dicho sea también en el matrimonio no todo es de color rosa, siempre ha habido y habrá altos y bajos, pero cuando hay amor en el corazón, todo se sabe superar, porque el amor no son esas tonterías de juventud, el verdadero amor es cuando las personas miran siempre en la misma dirección…” “…porque realmente cuando se valora es a la vejez, que es cuando llega la soledad, pero esto es "harina de otro costal" y merece un capítulo aparte…” Qué razón llevas, me ganas por ¡seis años! de casada. Yo lo resumo, a lo mejor es muy cutre lo que digo: Dice un refrán “que a la puta y al torero a la vejez los quiero” (perdón por la palabrota).
Tercero, “...a la señora Juana "la Chicharra", que Dios la tenga en su gloria, la que no hizo ningún curso de cocina, ni asignatura de cálculo..”, como dices, pero "con uñas y dientes", yo diría más “con un par de ovarios”, “… se lanzaba a todo para llevar el pan a sus hijos...” A esas personas son las que tenían que darle las medallas, homenajes y ponerlas en los altares, pues son unas verdaderas heroínas, pero eso no es “guai” como se dice ahora… Dios nuestro padre no se queda con nada de nadie, así lo creo, y a lo largo de mi vida lo he comprobado muchas veces.
¡Bueno niña!, ya te dejo, eres un “crac” como dicen los niñatos de ahora, yo te digo que Dios te bendigan por las cosas que no escribes y nos recuerdas y como soy abuelo, te envió un beso. Tu amigo Miguel.
Muchísimas gracias, Miguel, por tu comentario.
EliminarMe sorprende cada cosa que escribes porque es admirable la memoria que tienes.
ResponderEliminarNo sólo lo describes tal y como era,es que no te has dejado ni el más mínimo detalle, yo he rememorado muchas cosas cuando las he leído porque ya las había olvidado.
Te agradezco el buen rato que me has hecho pasar leyendo este enorme trabajo que nos transporta a unos años en los que la gente no tenia nada,solo tenía tiempo y la generosidad de poner ese tiempo al servicio de los familiares ayudando desde lavar la lana,planchar el ajuar,recoger loza,ayudar a la cocinera y servir la comida.
Quiza si te lee gente joven le pueda parecer tercermundista, pero, los que lo hemos vivido,sabemos reconocer en esa forma de vivir unos valores que aunque hemos querido transmitir, se han ido devaluando.Ojala que no se pierdan del todo.
Gracias por tu enorme trabajo.
Vitar una vez más te doy las gracias. De lo que me dices de la memoria pues te digo que es verdad que eso queda grabado para la eternidad pero no me preguntes qué comí ayer al mediodía que no te lo sé decir, pero de lo de antes es que no pierdo detalle de nada, queda muy grabado en la mente y por eso me gusta expresarlo, con este repaso de la vida que hemos pasado, muchas gracias.
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