sábado, 9 de enero de 2021

UN CUENTO PARA RECORDAR LA PRIMERA NEVADA DEL 2021 EN PUEBLA DEL PRÍNCIPE.


 Al abrir las páginas en blanco, níveas, me seduce la idea de aportar palabras a esta tarde de paseo en que el culmen de la soledad revelaba una mnemotecnia que creía olvidada, así que dejé paso a la añoranza que se empeña en tomar forma de paraguas, fiel acompañante, en esas aventuras que hoy enlazo con la sensación de que tendrán una continuación. Así lo espero.



En un primer momento pensó que había caído en la luna. 




Pero tras la conmoción  pronto se dio cuenta que no solo las palabras escapaban de su mango sino que era en la ruta del famoso don Quijote donde había aparcado.




Al pronto lo observé desde la lejana y espumosa blancura como un punto verde, de aliento inequívoco como de primer despunte de una planta en un desierto lunar, en una próxima primavera o en un deseo de recuperar la paz.




Orientándose, desde donde las corrientes dejan hálitos fríos, se dejó caer entre espumas de sal y azúcar centrándose en el camino.




Afirmo que se centró.
El camino, el de Peñas Blancas, se creció entre pilas de nombres que ahora eran centímetros de blanca nieve.



Arriba, tras la penosa cuesta que divide el horizonte, una de sus varillas rompió a llorar, la pesada nieve como la culpa que no te atreves a soltar, dejó maltrecha su estructura. Así que tullido determinó que su camino seguiría hacia Mairena.




La cruz de Jorge exhalaba entre las retamas exhaustas un espectro de pérdidas fugitivas a la búsqueda del hábito de volar.



Le sorprendieron los escaramujos tristes, atrapados en su cutícula de roja aflicción.



Recaló en que cada vez más la soledad vestida de blanco comenzaba no solo a crecer desde abajo, a multiplicarse. Vio como los cielos pedían ser narradores de interminables naufragios. La niebla caía a raudales y el cielo y la tierra fueron uno solo.



Los olivos cargados de hombros impresionaban por la ficción que trataban de crear. ¿Venían hacia él?



Escogió desviarse hacia Mairena, otro día dirigiría sus pasos hacia el camino de Aníbal, hacia sus intercalados robles de hojas aserradas, hacia los límites con Jaén donde se abrazan las provincias.




Y en Mairena, arroyo, paraje, ermita, huertas...la fuente que se secó en julio ahora tiritaba de frío. Creo que oyó como de sus tripas algo se removía como un sonido de arranque de motor apagado, creyó que latía la sangre por sus canales, creyó que pronto emergería ese agua que ya bebían los romanos, aunque fuese de otro remanso pero no de otro lugar.




Y allí donde los recios muros afrentan a la nieve, la ermita, desde tiempos inmemoriales con otro uso, con otro nombre, acrecentaba la inmensa soledad que destila el invierno.



Nadie se encontró en el camino.



Salvo los pies descalzos de los gigantes álamos que guardan la ermita.



Y resolví en cruzar, ahora viajera, pues mi paraguas decidió darme voz y voto, la nívea ternura que cubría la tierra. Así simulé que otros tantos viajeros hollaron la nieve en busca de sí mismos.



Ahora los asientos eran ocupados por las vacilaciones que el invierno exhala cuando se crece.



Y aquí confluyeron...:
"Dice la esperanza: Un día
la verás, si bien esperas.
Dice la desesperanza:
Sólo tu amargura es ella.
Late, corazón...No todo
se lo ha tragado la tierra"
Antonio Machado.




La hora marcaba el momento de regresar hacia el pueblo.



Algo me animaba. Recordaba la primavera que vendría y a la vez las primaveras pasadas.



Pensé en que toda esta agua vendría a rellenar los anhelos del campo.



Fue a la altura del Pilarillo cuando la cámara hizo que el paisaje se trasfigurara. Como si hubiera retrocedido años, desconocidos por mí.



Ya había conseguido difuminar la silueta de Puebla del Príncipe.



Y el óculo de la casa del Médico se rellenaba de nieve para tapiar los recuerdos.



Era Enrique Lecanda Alonso, el médico, que allá por los años 30-40 pasaba consulta en la habitación de la izquierda.
¿Cuántas nevadas viste pasar?



Ya en el pueblo, callejeando, di con tu plaza revestida aún con adornos navideños.



E intenté historiar los sonidos que cada niño en puertas, plazas, callejones, patios...revolvían con la magia de crear un muñeco de nieve. Te juro que los oí aunque no los veía.



Como si quisiera, en el mismo intervalo, que ni la navidad ni la nieve escaparan, comencé a recitar los versos de Unamuno:
"Agranda la puerta, Padre, porque no puedo pasar. La hiciste para los niños, yo he crecido, a mi pesar.
Si no me agrandas la puerta, achícame, por piedad; vuélveme a la edad aquella en que vivir es soñar..."




Y todo, en un momento, se desvaneció en el tiempo. Los nombres, los lugares, las inquietudes...Regresé a mi calle, en mi pueblo, allí en Jaén, cuando siendo niña vi por primera vez la nieve. Y pensé en que la magia es una llama que hemos de mantener encendida.






A mi hijo y a mi familia a los que ya hace más de un año que no veo.

7 de enero del 2021.


16 comentarios:

  1. Precioso reportaje para ilustrar las aventuras de ese paraguas. Espero que esta gélida página sea el comienzo de un año repleto de buenos momentos, con los merecidos reencuentros, y muchas excursiones a las que tanto me gusta acompañarte desde aquí. Un fuerte abrazo.

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    1. Y que se haga posible que podamos compartir algún viaje, de los que entrelazan caminos y arte, para los próximos meses. Gracias, Antonio. Un abrazo.

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  2. Tu paraguas y tú, sois poesía pura, y tu descripción del nevado recorrido, dan fe de ello.
    Cuando estamos astiados de literaturas de saldo, y nos parece que ya está todo escrito, vas tú, te das un garbeo con tu paraguas verde,por un camino que aún no se ha recuperado de tu pisada del día anterior, y zas, nos traes está maravillosa composición de blancos paisajes y poesía, que parecen sacadas de un cuento de Anderson.
    Ahora ya no estoy segura , si escribir tan bonito, es por tu sensibilidad, por la nieve ,o quizás por el paraguas.
    Creo que va a ser por el paraguas.

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    1. Yo también lo creo. Ha recorrido conmigo gran parte del norte peninsular, ya es un erudito en viajes. Me hace no sentirme sola, aunque me parece que a ambos nos da igual.
      Este recorrido lo hice la tarde del jueves, unos 5 km, en dos horas y media.
      Siempre cito lo de los "lugares comunes" porque debe existir alguna brecha en el tiempo que en determinadas situaciones te traslada al pasado. Aquí volvió a suceder. Quizás sea la única oportunidad para el reencuentro.
      Muchas gracias por tu comentario, como siempre un alarde de ingenio, sabiduría y sincera amistad, un abrazo, amiga.

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  3. La añoranza y la melancolía vuelven en este hermoso cuento que, a través de tu inseparable paraguas, nos narras. Puebla del Príncipe se transforma con la nieve, pero también con tus palabras y tus maravillosas y blancas fotografías. Todo un recorrido por sus calles, y por sus alrededores que nos acerca hasta la ermita. La música de Chris Rea pone un sensible fondo musical a este paseo por Puebla, llegándose a fundir con la nieve que lo ha cubierto todo y que anima al objetivo de tu cámara a seguir descubriéndonos la belleza despojada de ornamentos. Un abrazo y enhorabuena!!

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    1. Intento poner música al paisaje y aquí, esa tarde, el silencio era abrumador, solo podía resquebrajarse con la desgarradora voz de mi músico favorito.
      Los veneros se llenarán y espero que los olivos mantengan su firme silueta, tan fuerte ante las inclemencias. Muchas gracias, un abrazo.

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  4. Sin palabras tús rutas tú fiel amigo siempre contigo el paraguas, si hablará tendrías para escribir un libro,como antes solíamos decir el libro gordo de petete,con todas las entradas que tienes hechas a tus espaldas esos pies incansables esas manos que valen tanto para salvar vidas como para escribirnos estas maravillas de la naturaleza, esto es increíble cada día nos sorprendes más volver a retomar tu cámara y tus letras para mí ha sido una de las cosas más bonitas sabiendo yo lo contenta hilo motivada que lo haces siempre, bonita entrada bonitas fotos y bonitos versos qué más podemos pedir un abrazo amiga.

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    1. Necesitaba caminar y mucho, tras tantos días de trabajo agotador, y qué mejor que hacerlo por la nieve, con los caminos limpios, como si fuese la primera vez. Todo cambiante, irreconocible.
      Muchas gracias Paqui, por estar siempre ahí, tan cerca, un abrazo.

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    2. Que bonito escribes Rosa , te doy la enhorabuena por ese paisaje de cuento de hadas tan idílico que describes, ya de por si bonito por esa nevada que nos cayó, aunque a los que nos gusta la naturaleza sabemos apreciar y valorar aún sin el adorno de la nieve. Ojalá y pronto puedas hacer ese reencuentro tan ansiado con tu familia. Saludos

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    3. Muchas gracias por tu comentario. Ojalá todo cambie y podamos recuperar el tiempo detenido. Un saludo.

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  5. Amiga Rosa, yo no sé qué contestarte, pues cuando leo los comentarios tan llenos de sensibilidad, poesía, buen hacer, y sobre todo el cariño que te muestran estas personas, digo yo, que por algo será ¿Qué quieres que te diga? A mi tan solo me queda pedirle a Dios nuestro padre que te ayude en tu día a día. Un beso y feliz día. Tu amigo Miguel.

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    1. ¿Y te parece poco? La sensibilidad también está en acompañar a un hato de más de 1.000 ovejas, en luchar para que reconstruyan el puente Mocho, en buscar las huellas de Santa Teresa, en indagar en la vida de José "el Lanero"...cualquiera que entre en tu blog: "El Chilanco Elías", podrá comprobar que tu sensibilidad no tiene límites. Un abrazo.

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  6. Muy bonito el relato y las fotos maravillosas. También nosotros te echamos de menos. Gracias

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    1. Nos hemos acostumbrado a escuchar nuestras voces y a seguir manteniendo el contacto, de oídas, pero... cuánto echo de menos los paseos en tu compañía. Mantengamos la esperanza, un abrazo muy fuerte desde la distancia.

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  7. La añoranza, vestida con la tela verde, impermeable de un paraguas viajero, nos traslada, en virtud de una bellísima prosa poética, a escenarios apenas reconocibles, a lugares insólitos pergeñados por los afeites de la soledad y de la nieve sobre el rostro limpio de la tierra. Hay esperanza en esta ficción lírica, la primavera, el agua que colmará sus habitáculos subterráneos, la fuente de Mairena que brotará, seguro, tras este duro invierno. La casa del médico, erguida y tangible bajo la nieve y por sobre los recuerdos de hace más de ochenta años. Y el retorno al hogar, a las lenitivas calles de un pueblo reconocible y conocido, acogedor, pleno de hervores de vida y risas tras los muros de sus casas. Enhorabuena. Excelente texto. Agustín Blanco.

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    1. Excelente texto el tuyo. Los viajes nos revelan narraciones, ficticias o no, acordes al momento. Al viajero le interesa seguir reconociéndose en esos caminos que antes transitaron otros, como si el hecho de pasar por ellos, inclinaran la balanza hacia los afectos y los recuerdos. Muchas gracias, un saludo.

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