sábado, 2 de mayo de 2020

MÁS ALLÁ DEL AZAFRÁN. LA SOLANA.





A veces dudo de mis propias visiones como si fuesen negligentes en sus diferentes versiones. En esa mañana en la que me sentía abstraída por las más esbelta torre del Campo de Montiel, me pareció como si tu imagen se trasladase a la de ese señor que pareció salir de la nada, pues nadie habitaba las calles de La Solana, entonces ni ahora.



Enjuto, cargado de hombros, de caminar ligero, el rostro escondido bajo el ala negra de un sombrero embutido como parapeto, acostumbrado quizás a la idea hecha de ocultar a los demás un rostro, puede que esquivo, distraído, sin empatía. Todo eso imaginé o soñé o quizás vi.



No creo, ni calculo mal, que me llevara ni 15 pasos, lo cierto es que al entrar al templo dejé de verlo. Me era igual. Siempre al traspasar la puerta siento esa necesidad de conmiseración que me devuelve a la infancia y que aparta otros pensamientos.



La costumbre ordenada de buscar hitos en las iglesias comenzaba siempre por los cielos abovedados, buscando detalles, la perfección. Apuntabas al gótico tardío, eso sí que lo tenía claro.



Y tú serías la grata sorpresa del día, el suelo acristalado encerrando unas excavaciones, la primitiva iglesia, nichos enfundados en paredes verticales que sostenían al nuevo templo.



Son 78 los enterramientos que hallaron y al fondo, a la izquierda, el acceso al antiguo torreón que en su tiempo ocupó el comendador de Alhambra, Mosén Diego de Villegas.




Cuando dejó de arrobarme la interesante exposición de vuestro suelo, al alzar la vista hacia la cabecera del templo me pareció ver como una figura enlutada, y enjuta pero quizás menos, la luz le daba un cierto toque ambivalente, sorteaba el último banco y entraba en la capilla de los Salazar, me pareció entrever, supuse entonces, supongo ahora.



Cada iglesia es un museo, de arte complejo, con el punto de vista puesto sobre indicios de la época, del pintor.



Sobre la belleza de su imaginería.



Sobre el juego de luces y sombras de un cuadro en constante movimiento.



Leo la historia de tu retablo original, del que tu eres una buena copia, y de sus autores y de las semejanzas con otros retablos, como el de Torre de Juan Abad.



Retablo original destruído totalmente en julio del 1936.




Ahora, en la "capilla de la luz" tras la reforma acometida en 2017, contemplo a los evangelistas ilustrando desde las alturas la escritura de Dios.
"A todos agrada la altura, pero la humildad es el peldaño para alcanzarla"
San Agustín.




En el siglo XVI se construyen sus dos capillas, la de los Salazar y la de los Castro.




Detalles de la capilla de los Castro.



Sabes, echo de menos entrar en una iglesia, volverla a ver abierta, sentarme en un banco y elevar la cabeza, reconvertirme en la cristiana que dejé de ser cuando, recordarás, abjuré tras la larguísima agonía de mi madre.
Quieras saber, lo sabes, que los hijos retornan a los padres y estos perdonan, siempre lo hacen, pero las iglesias siguen cerradas y así en esta compostura cuesta, y mucho, premeditar un breve encuentro.



Bajo la advocación de Santa Catalina de Alejandría, te empezaron a construir en 1420, terminándote en 1433. 
Prometido queda que volveré a visitarte y entonces con el tiempo desmesurado que da la paciencia, intentaré encontrar el álgebra en tus piedras.



"Constituye un magnífico punto de partida para conocer La Solana, ya que fue en torno suyo donde comenzó a desarrollarse la localidad. Está declarada Monumento Histórico Provincial. Presenta en la actualidad dos zonas bien diferenciadas en cuanto a su aspecto y época.
El lado este, con porches adintelados, y el Ayuntamiento son del siglo XVI, obra de los maestros alarifes..."
Y no sigo, sé que lo entiendes, lector, necesito regresar a La Solana, poco a poco, ahora que en mi cuaderno alojo tus datos. Siempre te relacioné con tu afamado azafrán y sin embargo no se me ocurrió que fueras tan hermosa, que tuvieses tantos alicientes artísticos, que me emplazan a una nueva visita, y hasta que esto no ocurra, dejo tu plaza a medias para acabar de describir tus formas.




Aquella mañana, como hoy, los bares estaban cerrados. 
Te imagino ahora mucho más desaliñado como si el tiempo te hubiese echado una pátina de bermellones agonizantes.



Palacio de Don Diego.
"Situado en la plaza a la que da nombre, fue declarado Monumento de Interés Artístico en 1981. Desde el exterior destaca su fachada señorial conjugada con un acceso principal remarcada con piedra. Sobre el acceso se dispone un balcón central coronado con un escudo. Los balcones se alternan con la presencia de cuatro medallones ornamentales. 




Una marquesina separa el cuerpo inferior del superior. La fachada completa su decoración con un friso corrido a base de triglifos y metopas...Entre los años 1990 y 1993, tras su adquisición por parte del Ayuntamiento, fue restaurada gracias a la primera Escuela Taller de La Solana convirtiéndola en centro cultural con sala de exposición, auditorio y aulas de formación además de Oficina de Turismo"




Quise volver a ver la figura simbólica del hombre enjuto, quise verlo mirando con fijeza, quizás con estrañeza, un bar irlandés en La Mancha. Pasó dejando estelas como el rayo que no cesa de Hernández, como las palabras que liman a propósito los músicos cuando componen.



La primera referencia a ti aparece en el Libro de Visitas de la Orden de Santiago de 1468: "...La Solana que oy tyene doscientos vesinos poco mas o menos y tiene una torre de cal y canto que solía ser de la yglesia y tiénela agora el comendador e fortaleçiola"
Referencias no te faltan:
"La torre campanario data de 1765 culminada por un magnífico chapitel, otras dos cayeron en el siglo XVII..."



Apretando los pasos pude ver, me pareció, que el hombre enjuto entraba en esta vivienda adintelada con una cruz de Malta.
Si a primera vista me pareció un caballero esquivo, imaginándolo como un premeditador de caminos nuevos y como un fantasma que hace salida a inciertas horas, me siguió pareciendo que sus actos eran demasiado rápidos para ser atribuidos a una persona tangible, quizás anciana, quizás demasiado anciana para lo que entiendo como tal. Los surcos de sus arrugas, en un momento que la luz incidió sobre ellos, me parecieron vetas de madera de nogal, vetas de años que ya no se cumplen.
Intuyo, porque nadie se apaga, que traspasó la puerta, quizás ni llegó a abrirla.



Y una que tiende a perderse con idéntica frecuencia entre  montañas como entre edificios, comprobé que si seguía los trazados de tus calles me irían enamorando cada fachada y al final acabaría perdida entre un maremagnum de escudos, jambas, rejas, portalones...y decidí regresar.



"Convento de las Madres Dominicas que fue fundado en 1595 por el Bachiller Juan Diaz Sabina y su hermana Francisca aplicándole rentas y propiedades. Actualmente está habitado por religiosas Dominicas dedicadas a la oración y a la elaboración de dulces y bordados..."



Cierto que decidí regresar a tu torre-faro, y alejarme abrumada por tanta belleza y volver a elegir de nuevo otro día en el que poder dedicar, con tranquilidad y merecido tiempo, una entrada al pueblo del azafrán y la zarzuela.

Fotografías de Rosa Cruz.

Bibliografía:
-Página oficial del ayuntamiento de La Solana.
-Página Parroquia de Santa Catalina. (Historia de la parroquia).

A los que siguen al frente, desprovistos de las medidas de seguridad, las que nunca acaban de llegar.

10 comentarios:

  1. Gracias por este paseo histórico y cultural por esta localidad que tanto destaca.

    Un abrazo.

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    1. Otra localidad más que sorprende por su riqueza histórica, entra en la página del ayuntamiento y te sorprenderás de todo lo que puede dar de sí una visita, un día en La Solana, seguro. Un abrazo, muchas gracias.

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  2. Preciosa entrada que nos invita a visitar La Solana, un pueblo que tiene mucho que ofrecer a nivel cultural y artístico por lo que podemos observar a través de tus fantásticas fotografías y de tu texto, así como de ese personaje enjuto que, como un fantasma, aparece y desaparece en esta visita que tan bien nos plasmas. Me está encantando este recorrido por los pueblos de El Campo de Montiel, porque además, me incita a recorrerlos uno por uno. Enhorabuena por este blog y por esta nueva entrada. ¡Un abrazo!

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    1. En un principio lo recorro dos veces, en la primera visita y cuando lo escribo, pero sin embargo tengo que reconocer, y nunca aprenderé, que es mejor ir "con los deberes hechos" y así no pasar por alto tanto por ver. La Solana es una caja de sorpresas, espero volver pronto, muchas gracias.

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  3. La verdad que siempre me preguntó, que reliquias de monumentos las iglesias conventos casas antiguas,pero ahondó más en las iglesias qué decimos que ahora está la ciencia muy avanzada hay monumentos muy bonitos, pero que manos para hacer aquellas obras de arte, siempre me ha quedado esa pregunta sin resolver cómo podían hacer esas cosas, enfin Rosa otra entrada histórica preciosa, me alegro mucho que poquito a poco vayas entrando en ellas en las parroquias así me gusta un fuerte abrazo.

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    1. Paqui, para cuando abran de nuevo las bibliotecas, acuérdate de buscar los libros de Pilar Molina Chamizo: "Iglesias parroquiales del Campo de Montiel " y también "De la fortaleza al templo", y obtendrás las respuestas a tus dudas. Muchas gracias.

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  4. Un agradable paseo por La Solana gracias a tu relato excepcionalmente ilustrado. Se queda uno con la curiosidad de cconocer la iglesia y el claustro del convento de Dominicas, el interior de la casa adintelada en arenisca y con la cruz de Malta... Gracias por tan buen rato.

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    1. Será precisamente esa curiosidad la que me devuelva a La Solana, muchas gracias.

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  5. Pensaba que era la sombra de ese señor enjuto, pero no, es el hilván de tus escritos el que tuerce mi curiosidad y acuna mi imaginación en ese recio rincón manchego. Gracias, Rosa.

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    1. A veces parece, no sé si te habrá ocurrido alguna vez, que vemos como una estela que cruza rápido en nuestro campo de visión. Imagino que se trata de alguien al que incomoda mi presencia o al contrario, que quizás quiera entablar contacto y porqué no, una conversación inacabada. Es imposible llevar el hilo de lo que se dijo o de lo que se quedó a medias. Muchas gracias.

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