"Cada uno mira demasiado lo propio y olvida que hay cosas que son de todos y que hay que cuidar"
Miguel Delibes.
Me resulta imperdonable el no haber ascendido antes a tu cima, Cabeza de Buey.
Y el haberme perdido tus primaveras.
Ya tocaba regresar de nuevo, porque en algún momento leí que viajar a un mismo lugar se hace tres veces: Primero, cuando lo planificas; segundo, cuando viajas y tercero, cuando lo rememoras.
Sin embargo creo que sin orden ni preaviso, las veces que regresamos dependen más de nuestros sueños que de la realidad.
En estos mapas antiguos que me acompañan apareces como pozo de Caracho.
Busqué en tus entrañas, tras señales del agua, y te vi casi vacío.
Y tu debes ser la Casa de la Solana de Cabezo de Buey.
Perteneces a ese grupo de montes que ya tienen un acceso bien delimitado, nunca hay pérdida si hay antenas.
Pero hay algo singular en el derrame de tus laderas y es esa variedad tan fascinante de plantas, flores que captó mi cámara y que antes no había visto o aromáticas como el romero y la mejorana, la jara, la genciana...todas ellas en simbiosis con arbustos y encinas, todas ellas preñando de verdor al campo montieleño.
A veces el planificar se quiebra en un instante, no era posible el hacer una ruta circular, o así lo vi, pero poco importaba, regresar por donde accedes siempre tiene dos visiones, complementarias, perfectas.
Una vez arriba quizás te sientas frustrado porque esperas ver un horizonte limpio, pero hay que comprender que cada cosa lleva su función, aquí son, de un forma u otra, vigilantes desde tiempos pretéritos.
Me faltó saber nombres de cada accidente que se contempla desde tu cima.
"Este trozo de sierra aislada, en medio del Campo de Montiel, con una cota máxima de 1.158 m., la más elevada de todo el territorio, es famoso en la comarca por atribuirle a su cumbre ser nido de encantos y fantasmas, basados probablemente en la existencia de ruinas de castillos y manantiales de moros, e incluso un recipiente llamado el baño de la reina mora, haciéndose ya mención del castillo en el siglo XVI; modernamente ha venido a confirmarse esta fama al haberse hallado, en 4 diciembre 1934, un tesoro de plata trabajada anterior a la era cristiana, consistente en un cuenco, cuatro torques, un braquial, una fíbula y 480 denarios de los años 268 al 90 a. de J.C.; lo que hizo se recordara que, anteriormente, en fecha no determinada, se había también encontrado por aquellos sitios un cencerro lleno de monedas de oro antiguas; el tesoro últimamente hallado se custodia en el Museo Arqueológico Nacional, bajo el nombre de Tesoro de la Torre de Juan Abad, por el sitio del hallazgo perteneciente a este término"
"Avance de un estudio geográfico-histórico del Campo de Montiel"
Manuel Corchado Soriano.
Y el día se abrió, como por encanto, se rajaron las nubes y desvelaron un campo de mil tonos de verdor.
Los olores a campo mojado aún permanecen en las líneas que voy trazando por tu sendero.
"Me percaté entonces de que la alegría es un estado del alma y no una cualidad de las cosas. Que las cosas en sí mismas no son alegres ni tristes, sino que se limitan a reflejar el tono con que nosotros las envolvemos"
Miguel Delibes.
Abril 2022.
Que bonito lo de cabeza el buey, me ha llamado la atención lo del cencerro lleno de monedas de oro me ha aparecido interesante,cuantas cimas llevás ya escaladas tu inseparable paraguas y tú, enhorabuena un abrazo.
ResponderEliminarNo tengo ni idea de cuantas montañas he subido, lo que si sé es que, mientras pueda, seguiré adelante. Muchas gracias, un abrazo.
EliminarPreciosas vistas. Aunque no es muy aconsejable llevar un paraguas abierto, cerca de un punto geodésico.
ResponderEliminarEl paraguas es mi punto de apoyo en esos días grises, ya que voy la mayoría de las veces sola. Termina haciéndote compañía. Y las más de las veces va cerrado, la lluvia es tan esperada que no debemos abrirlo si nos cae. Gracias.
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