LOS CAMINOS VIEJOS DE CARRIZOSA.

 

"Dichoso el que olvida el porqué del viaje y, en la estrella, en la flor, en el celaje deja su alma prendida"

Antonio Machado.

Cada pueblo tenía un camino que lo unía con otras poblaciones y a su vez de esos caminos partían otros que, a modo de tela de araña, se comunicaban entre sí. Los había con nombre de casas (Oídor), de cortijos (Casas Blancas, Los Palacios... ), de ermitas (de la Virgen) de molinos (Vicente Cantos), montes (la Umbría), enclaves (de las Canteras)...

En cierta ocasión fui por el Camino de los Palacios hacia las Cuevas de Huelma, en la mochila, llevaba un plano que dibujé para no perderme, no conseguí hacer la ruta circular que me iba rondando y que trataba de volver por el Camino del molino de Vicente Cantos, pero poco me importó porque los caminos, viejos, ahí están para tomarlos y deleitarse entre encinares, campos de cereal y olivos y el curso del agua, río Cañamares, que acompaña al caminante con su suave movimiento.

Como muestra, sencilla, os dejo un plano que con escasa fortuna he tratado de copiar del Visor cartográfico, pero con la intención de que comprobéis cuáles eran los caminos de Carrizosa, allá a principios del siglo XIX, lo que ignoro es si están todos los que son, pero me emociona, con poco, ver que Carrizosa tenía unión con El Bonillo, Ossa, Ruidera, Tomelloso, Villahermosa, Alhambra, Alcubillas, Infantes...Algunos, imagino, ya bajo el asfalto de carreteras. Aún estamos a tiempo de rescatar de la memoria de nuestros ancianos su peregrinaje por estas vías.

De la toponimia de cada lugar entresaco, por antigüedad, la Casa del Oídor, Los Palacios, Huelma...todos ellos aquí reflejados un día en un precioso mapa del Campo de Montiel.

Y será para otra ocasión cuando vuelva a dejarme caer por esta Carrizosa que tiene mucho que mostrar, esa ruta hacia el molino de Huelma y el paraje de las Cuevas o los Toriles, o sus ermitas, acercarse al Azuer, seguir el cauce de sus ríos, ascender a la Umbría o como ya escribí hace tiempo, visitar la población a primeros de mayo cuando sus imperecederas cruces se revisten de flores y celebración. Un pasaje más de este Campo de Montiel por redescubrir.

En la festividad de San José, quisiera dedicar esta entrada a todos aquellos que llevan inscrito este nombre y que a su vez tienen en común el amor por caminar.

Y a mi padre, por lo mucho que transitó con mi abuelo, caminos de ida y vuelta.