viernes, 18 de febrero de 2022

LO QUE QUEDA DEL MOLINO DE FRÍAS (TORRE DE JUAN ABAD)



"Ni el pasado ha muerto

ni está el mañana,

ni el ayer escrito"

Antonio Machado.

 



Era por julio del 2017 la última vez que te visitaba, la última vez que escribía sobre ti. Me iba cada vez más cargada de penas, entre volanderas y aliviaderos, un sinfín de elementos con nombres propios: rodezno, saetín, árbol, tramoya, navija, cabría...





Incapaz me sentía de frenar el desasosiego que a cada pieza le confiere el "tiempo" que nada perdona.




Y es que en cada visita iba viendo como al desamparo que se adhiere a los objetos por perder su cubierta, se alejaba en demasía esa esperanza que aún aguarda entre los ejes de tus piedras.




El cárcavo ahora sigue enterrado entre cientos de hojas de un otoño perpetuo.





Las puertas siempre abiertas, sin nada que esconder.
"Sobre la eterna noche del pasado se abre la eterna noche del mañana"
Valle Inclán.




Y el desalojo apremia entre tus elementos, fuera ya de su contexto, cosidos al aire.




Deshilachados, a punto de desvanecerse entre hojarasca y tejas.




"Uno a uno, todos somos mortales. Juntos, somos eternos"
Apuleyo.




Nada podrá borrar tus huellas.




Y es que a pesar del tiempo que marchita, que desoye, que apremia, algo queda inalterable, algo late y se escucha, tenuemente, en el silencio que legan los siglos.



Ese algo que enraíza y a su vez escala, que permanece en la memoria colectiva si no se interrumpe. No dejemos nunca de escuchar.




La pared del norte, casi siempre resguardada de las aguas, se hizo de adobe posiblemente para aliviar los costes y a la vez conseguir un aislamiento mayor ya que el adobe tiene mas capacidad térmica que la piedra, pienso mientras te admiro. El revocado lo hicieron con cal.




Nos dejamos caer entre las dependencias que acompañaban a ese hermoso proceso en el que la molienda era la "pieza" estrella.




El niño que está admirando cada huella de este molino se empeña en buscar testimonio de su nombre en alguna cartela.




Por detrás observamos que la balsa es de forma irregular, aprovechando los niveles del terreno, está construida con ladrillo y argamasa y en la entrada del agua hay una rendija metálica para evitar el paso de maleza que pudiera ser arrastrada en las crecidas del arroyo de Santa María.




Hoy las crecidas son álamos, olmos, saúcos, higueras...que han arraigado con fuerza en el espacio que dejó libre la mano del hombre.




Nos vamos con la mochila repleta de nostalgias, con proyectos "al aire" de recuperación, y caminamos a la par que su extenso caz, para al final encontrar que partía junto a la ermita.


13 de febrero.





Esta fotografía y la siguiente pertenecen al libro de Domingo Melero sobre los molinos de la provincia de Ciudad Real, de lectura obligada para entender lo que estamos perdiendo.



Fue allá por el 2017 cuando escribí sobre este molino, por aquel entonces, acompañada de dos buenos amigos. Les dejo con el enlace:

Un paseo por la ermita de la Virgen de la Vega



4 comentarios:

  1. Preciosas fotos y una labor impagable por que no se pierda en el olvido ese lugar.

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    1. Cuando la labor incluye el caminar, se hace gratis, un abrazo.

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  2. Muy bueno lo del molino de frias como admiro a este niño tan pequeño y seguir tus pasos.
    Y por otro lado parece que fue ayer la entrada qué hiciste este precioso recorrido de la ermita de la Virgen de la Vega es una entrada preciosa,
    Tanto el texto como las fotografías de Miguel y tuyas muy bonito siempre estarán en este blog para el recuerdo un abrazo.

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    1. Gracias de corazón. De eso se trata, de dejar testimonios. Un abrazo.

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