"Para mí es todo un reto colaborar con una humilde entrada, en este interesante y didáctico blog.
La autora del mismo, andaluza ella, habla de nuestra zona como si hubiese vivido dos vidas por lo menos en ella, y la verdad es que me avergüenza que una, que ha nacido y se ha criado aquí, no conozca ni muchos de los pueblos que conforman esta bonita tierra del Campo de Montiel.
Le he puesto la etiqueta de "andaluza", y hago mal, no me acordaba que ella lleva una goma de borrar en la mochila, y va borrando, cuando sale de ruta, esas líneas que hay en los mapas, que llamamos fronteras, y que solo son eso, rayas que los hombres hemos ido pintando a través de los tiempos, y que una vez borradas, deja un mapa por el que transitar y moverse libre, sin límites ni prejuicios.
Las personas que llevan consigo esa goma de borrar no son de un sitio concreto; son universales.
Pero no estoy aquí para hablar de la autora del blog.
Quería dejar aquí parte de mis recuerdos, de mi infancia más temprana, relacionados con algo que en su día llamaron mucho mi atención, ¡las panaderías!
Mi panadería de referencia por cercanía y afectividad fue la de Vicenta en Callejuela nº2.
No debería llamar panadería a un horno, rudimentario y humilde, construido sin medios, en el que no se vendía pan.
Era un lugar, en el que las mujeres del barrio, incluida mi madre y sus primas, acudían con su escriños de masa, para formar y cocer los panes; era ese lugar en el que Vicenta, la hornera, no cobraba con dinero que escaseaba para todos, si no con el propio pan, que también escaseaba y que necesitaba para que sus siete hijos pudiesen comer.
Eran tiempos difíciles en los que ese escaso porcentaje que las vecinas dejaban a la hornera en forma de pan, por el trabajo de cocerlo, podía ser una bendición.
En la calle Maestro Cabrera teníamos el horno de Micaela.
Sus características eran similares al anterior, humilde y precario; su construcción tenía en común con el de Vicenta esas prisas por ponerlo en marcha y poder cubrir las necesidades más básicas de sus (en este caso ocho) hijos, con las paupérrimas ganancias que generase. Paupérrimas, porque el"modus operandi" era el mismo, un mínimo porcentaje por pan cocido que servía para que una enorme familia herida de posguerra pudiese sobrevivir.
El siguiente ya tendría la categoría de panadería. Lo recuerdo como un horno más elaborado en su construcción, y aunque en los comienzos fue también de servicio a la vecindad, después pasó a ser un pequeño negocio familiar.
Yo aquí ya colaboraba en las traídas y llevadas de escriños y panes.
Tengo un recuerdo más claro de Águeda porque siempre estaba atendiendo a las parroquianas a pie de obra en la boca del horno. Hoy a estas mujeres las tipificaríamos de emprendedoras porque lo fueron.
La panadería de Juan Coronado, estaba situada en la antigua calle Primo de Rivera.
A Juan lo recuerdo como un hombre amable y sonriente ante el público. Era un hombre emprendedor e inteligente. Tenía también una bodega, que a día de hoy, conserva sus enormes tinajas.
En la panadería, trabajaban sus hijos, por lo que también era negocio familiar.
En la calle de los Garcías, frente al Pilar Viejo, tenía su panadería Cristóbal Torija, también con familia numerosa, que era el denominador común de la época en cualquier casa.
Como quedaba en la parte más lejana respecto a mi barrio, no conozco mucho de su funcionamiento pero sí quedó marcada en mi memoria la generosidad de "Tobal", que es como le llamábamos.
Los domingos, abría sus "portás" a cualquier chaval que viniese con una carga de chaparros, aún teniendo el corral lleno de leña, para pagarles unas perras, gracias a las cuales podrían salir con sus amigos o bien llevar a sus casas el pan que estaban necesitando.
A muy pocos metros, en la calle del Agua, puso su panadería Galo Torija, hermano de Cristóbal.
En esa época no había como ahora estudios de mercado a la hora de poner un negocio; su ubicación dependía básicamente de tener un hueco dentro de la propia casa, la zona poco importaba y la clientela se movía por cercanía, por amistad y supongo que por la confianza que les inspirase el dueño.
A Galo le recuerdo como un hombre alto, con un porte elegante, serio en su forma de ser y que inspiraba confianza.
La panadería "La fábrica" estaba ubicada en la calle Maestro Cabrera, junto al horno de Micaela, y frente a la fábrica de harinas de donde le viene el nombre.
Era un negocio familiar pero este a gran escala puesto que sus dueños eran los componentes de la familia García, una familia muy extensa.
Poco puedo aportar aquí porque aunque conocía a los empleados, pocas veces fui al horno, pero su funcionamiento era el mismo que en los demás. Se llevaba el trigo y por cada costal, te daban el valor que tenían estipulado, en vales, que cambiábamos por los panes correspondientes.
(En la casa de piedra estaba el horno y la fachada en blanco era el corral).
Pedro Coronado, esta sería la última panadería, que crearon al final ya de los años 50.
Pedro, ya con hijos que podían trabajar con él, creó su propio negocio, en la calle Ancha nº3. Este horno ya era de construcción más moderna. Los recuerdos que tengo de esa época es de una panadería fresca, desenfadada; el trabajo para tres chicos jóvenes, no era trabajo y se notaba, siempre estaban cantando y el buen humor reinaba en la panadería. Es curioso como en una década habían cambiado tanto las cosas, mejores condiciones de trabajo por la maquinaria y mayor perspectiva de futuro.
Quería seguir un orden cronológico, pero creo que no lo he conseguido, pido disculpas a quien tenga más datos, por mi mala memoria.
Solo son recuerdos de mi infancia temprana, que me han servido para comparar y reflexionar sobre el ayer y el hoy y a la vez darme cuenta con tristeza, que mucho más de lo que hemos ganado en tecnología y comodidades, lo hemos perdido en humanidad y valores, lo que nos deja desnudos e indefensos ante un futuro incierto"
Enriqueta Manzano.
(Fotografías de la autora)
"En memoria de mi hermano Juan, panadero circunstancial, hombre de campo de vocación"
Si se trabajaba de un reto para Enriqueta, lo ha superado con la pértiga de sus palabras. Es una suerte contar con memorias privilegiadas que nos ayuden a mirar con otros ojos las calles del pueblo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo para las dos
Deja de ser un reto hasta empezar, después,se dejan aflorar los sentimientos y los recuerdos y todo fluye.
EliminarTu de eso sabes más que yo. Gracias.
Esperando tu nuevo libro.
Todo lo que tenemos en estos dias son recuerdos y ansiamos ver cosas que nos acerquen a nuestro pueblo.
ResponderEliminarGracias
Llevas razón,en tiempos de sequía emocional, tiramos de las reservas almacenadas en el interior y salen los mejores recuerdos.
EliminarGracias prima.
VICTAR QUÉ RELATO MÁS BONITO, QUÉ CERCA ESTABA EL OTRO DÍA CUANDO HABLÉ CONTIGO,GRACIAS A TI ME HE ENTERADO TODAS LAS PANADERÍAS QUE HUBO EN EL PUEBLO, Y EN LAS CALLES QUE ESTUVIERON, BUENA MEMORIA MI ENHORABUENA UN BONITO DETALLE RECORDAR A TU HERMANO, FUE UN BUEN PANADERO. Gracias a nuestra amiga que nos ha dado esta oportunidad en su blog del campo de Montiel,vamos sacando nuestros recuerdos, a ver si la gente se va animando.
ResponderEliminarMe lo he pensado mucho porque me cuesta hacer según qué cosas, pero en este caso, como una amiga en común es tan persuasiva, al final aquí estoy. Mi memoria a corto plazo es muy débil, pero recuerdo perfectamente cosas desde los tres años, así que he tirado de memoria. He elegido hablar de este tema, porque creo que es bueno recordar a las personas que dejaron huella y enseñanzas en nuestra vida con su ejemplo. Y por otra parte mostrar cómo hace 60 años el pueblo estaba lleno de vida. Gracias por leerme y comentar, eres muy resuelta y manejas muy bien las palabras.
EliminarVictar soy Juan Antonio, solo decirte que me ha gustado mucho que nos hayas recordado todas las panaderías,no las recuerdo por ser pequeño si algunas las conocí,luego de oídas si casi todas, menos esa qué mientas de Vicenta yo no la conocía, mi enhorabuena.
ResponderEliminarHabía algunos hornos más pequeñitos en algunas casas pero eran particulares, solo cocían en ellos los dueños.
EliminarTe sorprendería los negocios que había en esos años en el pueblo,eran pequeños eso sí, porque entonces no se ponían para enriquecerse si no para sacar adelante sus casas y entonces no necesitábamos tanto.
Gracias por el detalle.
Preciosa entrada que aporta un poco más a la historia de este bonito pueblo que es Villamanrique. Tu memoria, Enriqueta, guardaba este maravilloso recorrido por las panaderías del pueblo haciendo que este, sea delicioso. Vamos de una panadería a otra viendo a sus propietarios cómo trabajaban y a sus vecinos, acudiendo a ellas en unos tiempos difíciles en los que el olor a pan era un consuelo. Enhorabuena, Enriqueta por esta entrada y que sean muchas más. Un abrazo!!
ResponderEliminarLos olores de la infancia nos acompañan toda la vida,a mí personalmente el olor a pan recién salido del horno y el del humo que desprendía la encina en las hogueras de San Antón me transporta a la infancia del tirón.
EliminarLo que describes, es lo que quería conseguir,acompañaros por lugares que no existen pero siguen dejando sensaciones y nostalgias en el recuerdo.
Gracias por la visita, y tu comentario.
Te sigo leyendo.
Enriqueta, desde que te conocí supe la gran mujer que eras y que "pena" y como verás lo escribo entre comillas, que no te pillase el siglo 21 como 20 años, sopas les ibas a dar tu a muchos influencer, tan de moda hoy!!
ResponderEliminarEnhorabuena por tu post!!
Suele ocurrir que la gente ve en mi cosas que no existen, tu no ibas a ser la escepccion, por eso te voy a aceptar el cumplido, pero que sepas que no me ves como soy, me ves como eres.
EliminarGracias por el comentario.
Vitar enhorabuena me alegro mucho que te hayas metido en el grupo que sigamos adelante que me ha gustado mucho gracias un beso
ResponderEliminarBuenas tardes Sra. Enriqueta, perdone que le hable con tanta ceremonia, pero cómo no se la edad de Vd, y por supuesto no la conozco, basándome en lo que he leído, he supuesto que será mayor que yo. Bueno, me presento, me llamo Miguel, soy amigo de la susodicha que Vd nombra al principio, sí, la de la goma de borrar, la que me recomendó que leyera está su primera publicación. Le diré que me he quedado sorprendido, por su memoria, y por lo bien que se ha expresado, a mí me cuesta Dios y ayuda...
ResponderEliminarLe diré que cuando me jubilé, por cierto tengo ya casi 70 años, tenía como prioridad tres objetivos: Hacer el "Camino de Santiago" de forma íntima y lo más espiritual posible, vamos como los antiguos peregrinos; hacerme "pastor trashumante" y de camino "aprender a hacer pan". Las tres cosas las he conseguido gracias a Dios, en realidad lo de pastor trashumante, tan solo he llegado a aprendiz después de tres años y ocho vereas; lo del pan ya es otra cosa, pues después de “tirar” alguna que otra masa y pelearme con mi santa esposa por cómo le dejo el “poyo” de la cocina, al final me sale un “pan” que quita el sentido.
Me gustaría, si a bien lo tiene, me explicara Vd que son los “escriños de masa”. He estado indagando en la RAE, y dice: “escriños” :”Cesta o canasta fabricada de paja, cosida con mimbres o cáñamo, que se usa para recoger el salvado y las granzas de los granos…” , a la vista de esta definición, no sé si se refiere Vd a “escriños” como una porción de masa, o a la canasta dónde llevaba la masa desde su casa para hornearla, ya me dirá.
Sin más, le doy mi más sincera enhorabuena, y le ánimo a seguir publicando. Un saludo y perdone mi atrevimiento. Miguel Mesa desde las tierras del Santo Reino.
Me alegro que te haya gustado, no sé qué nos pasa con los recuerdos de infancia nos llevan a una época en la que a veces nos gustaría vivir, quizá porque era un mundo menos agresivo.
ResponderEliminarGracias por tu comentario.
Nada que perdonar Miguel, al contrario, siempre se agradece que alguien que no te conoce, te dedique su tiempo y su ingenio.
ResponderEliminarY ahora, como dijo Jack el Destripador, ".
vayamos por partes"
En primer lugar,no soy de protocolos,y yo con tu permiso,si te voy a llamar de tú; tengo tres razones de peso para hacerlo.
La primera porque soy mayor, concretamente del 47,la segunda que el usted,me aleja mucho de las personas tengan la edad que tengan, y la tercera, porque a través de tus interesantes y elaborados trabajos de blogero avezado, tengo la sensación de conocerte desde hace tiempo.
Ah! que no se me quede en el tintero lo del escriño.
La RAE siempre lleva razón, por tanto esa es la descripción.Es una especie de canasta que con un paño blanco de algodón,envolvía la masa,el paño cumplía dos funciones, las de la higiene,por razones obvias yla de que con su calor facilitaba que la levadura madre,hiciera su trabajo.
Gracias por leerme y por el simpático y extenso comentario.
Era de ley el dedicar unas palabras a Enriqueta pues efectivamente fui yo quien, con deliberada insistencia, le pidió que escribiera un texto para recordar. Porque tengo la impresión de que el tiempo pasado se nos acabará yendo. Que si no recordamos lo que fuimos, nada quedará de nosotros. Que esa parte sentimental que tenemos hay que sacarla a la luz, por lo que fueron los nuestros, solo por ellos. Gracias amiga mía.
ResponderEliminarGracias a ti por sacarme de mi zona de confort . Solo han sido unas pinceladas sobre la ubicación y una ligera descripción del modo de vida de un gremio que sobrevivía con mucha generosidad y con mucha dignidad.
EliminarLos recuerdos de personas y vivencias que a mí me ha generado mientras lo escribía ,me costaría mucho plasmarlo con el teclado, y lo conservaré en el recuerdo como algo hermoso para tirar de ello en tiempo de sequía.
Y todo gracias a ti.