"Mis queridos lectores haciendo un recuento de la historia y hechos convividos con los villorreños me vienen a la memoria las POSADAS, por eso voy a relatar las que yo he vivido en mis días de niñez y juventud y devolviéndoles la importancia de que por entonces tenían.
El término de posada significa establecimientos de albergue, para hospedaje de viajeros y que disponían de instalaciones para alojar todo cuanto les acompañaba: carros, caballerías y demás hato. El nombre "POSADA" es una derivación de pausar, parada o reposar.
A lo largo de la historia la tipología de alojamientos en España ha sido muy variada, posadas, albergues, fondas, pensión, casas de huéspedes...Los pueblos de una u otra manera darían cobijo y alimento a los viajeros, a algunos literatos como Quevedo y hasta a la mismísima Santa Teresa que nos han dado detalles de cómo eran las posadas y hasta las peripecias que sufrieron en algunas de ellas.
Su origen hace referencia al peregrinar hacia Nazaret de María y José, después de ir de puerta en puerta en busca de alojamiento, para dar a luz en Belén a Jesús.
Conviene recordar que para el cristianismo las posadas adquieren título de Obra de Misericordia:"Dar posada al peregrino"
En mis recuerdos de añoranza estaban las POSADAS de la hermana Aniceta y frente a ésta la de la Hermana Felisona, y haciendo trébedes la del Hermano Cayetano, todas ellas casi juntas y esta calle se la conocía como el Callejón de las Posadas. Hubo también otra en el Pilar Viejo y se la conocía como la de la hermana María la Visita.
Las posadas eran unos caserones muy grandes con una cocina enorme y disponían de 4 o 5 habitaciones y cómo no, muchos corrales y cuadras para poder albergar los carros y los animales, porque coches entonces no había.
En las cocinas se guisaba con lumbre porque tampoco había gas butano para cocinar y en ella comían todos los comensales transeúntes, pues había muchos viajantes y vendedores, venían en burros y carros, eran llamados tratantes y arrieros y lo hacían en burros que ellos llamaban rucios, estos eran de pelo casi blanco y muy bien ataviados, con unos albardones muy decorados y unas cabezadas de colorines con madroños.
Eran gentes muy vividoras y venían de la parte de Andalucía y siempre cargados de mercancías que intercambiaban porque el dinero por entonces era escaso y ellos venían cargados de higos, nueces, almendrucos, avellanas y hacían el cambio de un celemín de frutos por un celemín de cereales, ni que decir tiene que había gente que no tenía grano y lo compraban con dinero.
También venían los tratantes con burros y mulas e intercambiaban burro por mula o viceversa o mula por yegua o burro viejo por nuevo, etc...y se desplazaban al campo para ver cómo tiraban del arado o si eran falsos.
Hubo gente que traía madera para vender, conocido fue Biloria que traía madera para hacer armaduras en las casas, entonces Villamanrique tenía muchos habitantes y había mucho trapicheo de todas estas cosas y cada cual ya tenía su predilección por la posada. También venía un hombre con miel y la dispensaba desde una lata grande con un grifo y la vendía por todo el pueblo al pregón de: "A la rica miel"
Recuerdo a dos hombres vendiendo especias, vestidos con pantalón de pana negro y blusa manchega y unas alforjas en donde llevaban las especias y la venta era a la voz de:"Azafrán y pimienta, canela y clavo", creo recordar que venían de Villafranca de los Caballeros y una señora de Madridejos, era una mujer muy dispuesta con su pelerina negra y un mandil blanco y negro de cuadritos manchegos, una cesta manchega con su asa y sus dos tapas colgadas en el brazo y llevaba de todas las especies y muy organizada: las especies de hoja las llevaba en taleguillas de tela y de diferentes colores, de manera que por el color de la tela sabía la clase de especie, las molidas en botes con su tapa y para despachar usaba una cuchara y unos trozos de papel para envolver y el peso lo manejaba con una romana con dos platos dorados y unos tres pesos dorados de una onza, dos onzas o media onza. Esta señora tenía su parroquia ya en el pueblo y era muy conocida y venía tres veces al año pero especialmente para las matanzas porque traía además de lo anteriormente dicho, orégano, alcaravea, cilantro, azafrán en hebra, canela en rama y clavo y con estos trapicheos nos íbamos apañando. Como os cuento todos se alojaban en las posadas, cada cual de su elección.
También célebre y conocido fue el pelliquero Rafael, que venía por las carnicerías comprando pieles de animales. Como entonces el pueblo tenía lo que llamábamos de "El Común" que dependía de la Hermandad Sindical de Agricultores y Ganaderos que adquiría pastos, de manera que un pastor y todo el que quería podía echar 2 o 3 animales (cabras, ovejas, corderos) y el pastor cuidaba de ellos devolviéndolos cada animal a su dueño y por este servicio se pagaba un recibo al mes, de manera que era habitual que los particulares mataran por algún acontecimiento algún choto, cordero...y las pieles se reservaban para el pelliquero Rafael, a la voz de: "El Pelliquero"
Aprovechando la ocasión para describir un poco cómo se desarrollaba la vida diaria, añado a lo anteriormente descrito que también existía el Común de vecinos con los animales, como los cerdos o gorrinos que se decía que el procedimiento con ellos era el mismo que con las cabras. Avanzando en el tiempo venían unos vendedores con víveres de frutas, llegaban en camiones pequeños y traían principalmente naranjas, solían venir a primera hora de la tarde y el punto de venta era la plaza, para darlo a conocer se utilizaba al pregonero y la gente acudía llenándose aquello para hacer acopio de la fruta, de modo que alguna vez tenían que hacer noche en las posadas, de aquí la importancia que tenían éstas.
Hemos de tener en cuenta que en tiempos pasados las deficiencias de los caminos y la seguridad personal tuvieron un panorama desolador y de aquí el refrán: "Ni a pícaro descalzo, ni a hombre callado, ni a mujer barbada, les des posada"
Volvemos a los arrieros que eran gentes muy vividoras y hacían rutas hasta por los cortijos, pues estos no tenían tendido eléctrico, solo se utilizaba el candil y la lumbre y un horno para poder cocer el pan para la semana y el que no tenía horno se las arreglaba haciendo tortas. Era una vida muy humilde y pasaban dos o tres meses sin venir al pueblo y los arrieros eran los que visitaban estos cortijos para surtir de otros productos como la lana, hilo, agujas, cintas de goma, botones automáticos, corchetes y cómo no: telas y otros tejidos como la pana negra o rubia, el dril para las camisas, el lienzo moreno o curado, el cresaten, el crespón, la lanilla, el piqué, el paño, el muletón, el popelín y las cretonas, ¡todos eran preciosos!, unos oscuros para las sayas de las mesas, tapetes del sofá y cortinas y otros con fondo blanco y flores de muchos colores, con pájaros o mariposas y con todas estas telas nos hacían unas batas y baberos, nos íbamos apañando y nos entendíamos muy dignamente, pues reitero que el dinero era escaso y las manualidades estaban a la orden del día, y todo era al cambio, ellos se llevaban: conejos, liebres, perdices, pollos, gallinas, huevos...
Otras de las figuras de antaño eran los traperos, estos venían en dos tartanas y traían lebrillos, tazones, tazas, platos e igualmente la compra era el intercambio, porque nada se tiraba a la basura, se guardaban las pellicas de los conejos o liebres, los alpargates viejos que se desechaban porque estaban rotos, el trapo de fregar el suelo porque entonces no se conocía la fregona, todo esto se guardaba en un cubo viejo para cuando viniera el trapero, a cambio de ellos nos daban un lebrillo o tazón y regateando nos regalaban un trozo de palo. Estas gentes venían de Bailén e iban de posada en posada pasando la noche por estos lares y uno de ellos llamado Miguel se enamoró de una joven de Villamanrique, tuvieron tres hijos y vivió y murió aquí.
Con el transcurrir de los tiempos, las posadas dieron paso a los paradores, eran más pequeños pero más acomodados, fueron célebres los de Isabel y Matamoros y el de Avelino (el de Reca), pero este es otro tema y no quiero cansarles más, y así se cumple el refrán:
"Lo poco agrada y lo mucho cansa"
Un cordial abrazo a todos.
Paca Jiménez Muñoz.
Os dejo un romance sobre el Señor y la posada.
JESUCRISTO EN TRAJE DE POBRE.
"Allí arriba y allí arriba, contra raya de Navarra
Jesucristo anda pidiendo, y en traje de pobre andaba.
A pedir una limosna se ha acercado a una posada:
-Por Dios te pido mozuela, por Dios una jarra de agua.
La buena de la mozuela coge la jarra y se marcha
y grita la posadera: -¿Dónde vas con esa jarra?
-Voy a dar agua a aquel pobre, sentado a su puerta estaba.
-No quiero que beba el pobre en las vasijas de casa;
que beba en los sus pucheros que estarán llenos de sarna
Se ha marchado de allí el pobre y a otra puerta se acercaba:
-Deo gratias, dice a las puertas. Le responden: ¡A Dios dadas!
Un bueno de labrador pronto llamó a su criada:
-Baja limosna a este pobre y ponle la mesa blanca.
El pan se convierte en flores, las fuentes todas de plata.
Los garbanzos brillos de oro que fuera del plato saltan.
El bueno del labrador de puro gozo lloraba.
-¿Cuándo me habré visto yo mejor visita en mi casa
siendo yo el peor del mundo que por estas tierras se halla?
Ya se ausenta de allí el pobre, por las calles caminaba
y en el medio del camino con dos arrieros se halla.
-Dadme una limosna hermanos, mirad que el cielo lo paga.
-Perdone por Dios, el pobre, bien sabe Dios que no hay nada.
Ponte pobre en este macho, y hasta la primer posada.
Ya llegaron al mesón y meten dentro las cargas.
-Pobre, te he dicho otra vez que aquí no te doy posada;
aunque a mi Dios ofendiera, no has de dormir en mi casa.
Le cogieron los arrieros, le llevan para la cuadra.
-Toma, pobre, cena esto, si quieres vete a por agua
que vino no lo bebemos, que el caudal no nos alcanza.
Aquella mala mujer su mala intención pagara.
Por encima de las peñas los demonios la llevaban;
por el aire iba diciendo:-Ay de mí, qué desgraciada,
qué condenada me veo solo por un jarro de agua
que no quise dar a Cristo, que en traje de pobre andaba"
Joaquín Díaz.