A Antonio G. Maldonado García.
"Fuera la niebla limpia las horas,
se acicalan para recibir otro invierno.
Yo hago de las sábanas raíles,
huye mi nariz del amargo olor a vida
y me descubro como un potro descalzo.
Corro entre caballos y yeguas de ojos celestes,
siento al rocío tomar vida entre mis patas.
¡Salpica!
Cada paso implica un nuevo sonido
en el fruto del amor entre tierra y luz.
Escucho palabras bellas que se han de inventar,
vienen aires de esperanza a peinar nuestras crines
y yo corro, corro, vuelo como el pájaro en llamas.
De mi trote nacen raíces, llamadlas recuerdos.
Las cuestas hacen presencia para frenar nubarrones,
alimentan al arroyo sus lágrimas
y sonríen al ver beber a la manada.
Alzo la mirada por encima del tiempo,
veo senderos por doquier.
Cada paisaje quiere calzarme,
hacerme familia suya, de corazón.
Diluidas en cada momento
mis patas son estrellas fugaces,
tantos ciclos en cuatro estaciones
hacen olvidar la materia de mi figura.
Este potro perdido abre los ojos.
No soy yo. Eres tú, padre. Has cruzado el lodazal
y la palabra cáncer es sólo un mal recuerdo"
Poema y fotografía de Antonio Maldonado Muñoz.
Natural de Villamanrique y licenciado en Historia por la Universidad de Castilla-La Mancha. Vive en Madrid, donde trabaja como profesor. Es autor de los libros "El paseo del cancerbero" (2011) y "Cementerio de barcos" (2016). Ha ganado concursos como el de la revista Círculo de Poesía en 2013 o la categoría local del certamen Jorge Manrique. Además, sus poemas han aparecido en antologías como "Cantos para el viento"
Poder reunir en esta entrada a dos amigos, a dos poetas, con la sensibilidad que entrañan las palabras que dedica el hijo al padre ausente, es para mí un honor. Agradezco cada día la oportunidad, única, que nos depara la vida por haber compartido momentos, también únicos e irrepetibles, con ellos. No es fácil encontrarse con personas que lo dan todo sin pedir nada a cambio. Gracias.
Me aparece, desgraciadamente debido a la tecnología, que aquí no hubo comentarios, pero sí que los hubo. Mal que me pese pues mi memoria siempre irá a la baja, no puedo recordar quiénes los pusieron, pero desde aquí pido perdón, porque el ordenador al fin y al cabo es mío, por esta inoportuna desaparición. Parece como si tras Antonio hubieran volado las palabras que le dedicaron. Esa es parte de la magia de un gran hombre, un gran amigo.
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