"...como no estás experimentado en las cosas del mundo, todas las cosas que tienen algo de dificultad te parecen imposibles..."
Cervantes.
Cervantes.
"La Cueva de Montesinos, famosa por la aventura increible que vivió Don Quijote, se ubica dentro del Parque natural de la Lagunas de Ruidera. Pese a su pequeño tamaño, cuenta Don Quijote, tras revelación del propio Montesinos, que en su interior habitaron más de 500 personas víctimas de un encantamiento del mago Merlín, y aunque no murió nadie "...solo faltan la dueña Ruidera y sus 7 hijas y 2 sobrinas, las cuales llorando, por compasión que debió de tener Merlín dellas, las convirtió en otras tantas lagunas que ahora en el mundo de los vivos y en la provincia de La Mancha las llama las lagunas de Ruidera"
Arropada por una vegetación mediterránea sobre calizas secundarias , entre sabinas, encinas y diferentes plantas aromáticas, se abre en el suelo la Cueva de Montesinos, una oquedad de origen kárstico de 18 m. de profundidad"
Hasta aquí leo el cartel.
Hasta aquí leo el cartel.
Y desde aquí doy paso a lo que un buen día vivió Julio Llamazares, aunque las horas no concuerden, el relato tiene idéntica protagonista:
"A la cueva de Montesinos llego ya al anochecer. Como la caseta de información está cerrada y no hay nadie a quien preguntar, tardo en encontrar la sima
que está a cien metros de aquella, escondida entre las encinas carrascas que cubren toda la vista hasta donde el horizonte del campo de Montiel se extiende; un campo ondulado y pardo y dorado también en algunos puntos por los últimos rayos del sol, que aquí ya se ha puesto hace rato. Aún así, alcanzo a ver claramente "la boca espaciosa y ancha, pero llena de carboneras y cabrahigos, de zarzas y malezas, tan espesas y intrincadas, que de todo en todo la encubren", que Don Quijote y Sancho Panza avistaron tras varias horas de camino y a la que el hidalgo no dudó en bajar atado con una soga a pesar de las advertencias de su escudero.
Yo ni siquiera tengo esa duda. La cueva está cerrada con una reja que impide acceder a ella, lo que, dada la hora y mi claustrofobia, agradezco, aunque no tenga a quien hacerlo.
Estoy solo en el lugar, sin nadie posiblemente en varios kilómetros a la redonda.
Estoy solo en el lugar, sin nadie posiblemente en varios kilómetros a la redonda.
Animado por esa soledad o atacado de un brote de quijotismo (después de tres días siguiendo su caminar quizá ya empiece a desvariar también), busco el capítulo correspondiente de la novela y me pongo a leer en voz alta, para los pájaros y las perdices que de cuando en cuando pasan entre la sombras de las encinas cerca de mí:
"Y en diciendo esto acercó a la sima, vio no ser posible descolgarse, ni hacer lugar a la entrada, si no era a fuerza de brazos, o a cuchilladas, y así, poniendo mano a la espada, comenzó a derribar y a cortar de aquellas malezas que a la boca de la cueva estaban, por cuyo ruido y estruendo salieron por ella infinidad de grandísimos cuervos y grajos, tan espesos y con tanta prisa, que dieron con Don Quijote en el suelo; y si él fuera tan agorero como católico cristiano, lo tuviera a mala señal y excusara de encerrarse en lugar semejante..."
Y Azorín, allá por el año 1905, nos dejó este valioso testimonio:
"Don Alonso Quijano el Bueno va a deslizarse por la honda sima ¿Por qué no entrar donde él entrara? ¿Por qué no poner en estos tiempos, después que pasaron tres siglos, nuestros pies donde sus plantas firmes, audaces, se asentaron? Reparad en que ya el acceso a la cueva ha cambiado...
Los hachones están ya llameando; avanzamos por la lóbrega quiebra; no es preciso que nuestros cuerpos vayan atados con recias sogas; no sentimos contrariedad-como el buen don Alonso-, por no haber traído con nosotros un esquilón para hacer llamadas y señales desde lo hondo; no saltan a nuestro paso ni siniestros grajos y cuervos ni alevosos y elásticos murciélagos..."
Retomando la lectura con otro cartel, me doy cuenta que Don Quijote siempre seguirá aquí.
"Cuatro especies de murciélagos:
Don Quijote comienza su aventura en la cueva luchando contra una bandada de animales voladores entre los que destacan los murciélagos. Lo que no sabía Cervantes es que en la oscuridad se cobijan hasta cuatro especies diferentes, todas protegidas actualmente.
La Cueva de Montesinos es una cavidad generada por la disolución de las rocas calizas. Los fenómenos kársticos como desprendimientos o estalactitas embrionarias, son modestos. Sin embargo, las hazañas de Don Quijote llevan a descubrir el verdadero tesoro de la cueva: una colonia de murciélagos"
Imprescindibles:
-"Don Quijote de La Mancha" de Cervantes (1605)
"La ruta de Don Quijote" de Azorín (1905)
"El viaje de Don Quijote" de Julio Llamazares (Crónica de un viaje en el verano del 2015. Artículos publicados en el periódico: El País)
Fotografías de Rosa Cruz.
"El viaje de Don Quijote" de Julio Llamazares (Crónica de un viaje en el verano del 2015. Artículos publicados en el periódico: El País)
Fotografías de Rosa Cruz.
Yo estuve allí hace muchos años, por entonces no había ni reja, ni cerca, ni tan siquier un mal indicado; tampoco zarzas, ni malezas intrincadas. Si había descuido en todo el entorno. Un saludo
ResponderEliminarPor suerte ha cambiado. Lo que toma valor gracias a Don Quijote es mucho. Gracias Ginés, un saludo.
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