"¿Quién puede ver el viento? Pero tú y yo hemos visto el tiempo en que las hojas se mueven gradualmente. El viento y sus alas vibrantes planean. Lo mandaré a tu lado"
Miyazaki.
Cada otoño sigo los caminos que llevan hasta los estambres de las últimas flores, como un sortilegio, como el postrero intento de dilatar en el tiempo los esfuerzos demudados, las corrientes que arrastran las hojas al vacío de la tierra que ya duerme. Se nos revela la esencia de cada árbol, en noviembre, su alma desnuda, las razones de cada existencia.
Pero también en noviembre se vuelven a escribir los nombres de quienes nos dejaron, de aquellos seres queridos que el tiempo no ha conseguido borrar de nuestra memoria y de aquellos otros que apenas conocimos pero que nos dejaron una huella indeleble.
Reina el amarillo, ¡pesa tanto este color! Su aparente flaqueza dará lugar a tierras impresas de esa falsa veleidad que acabará cuando la primavera sea benevolente.
La naturaleza acostumbra a escribir versos en forma de hojas.
La naturaleza también llora, profiere en silencio el primer pálpito del dolor, la espera.
"Repetidas veces me dije que no hay otro enigma que el tiempo, esa infinita urdimbre del ayer, del hoy, del porvenir, del siempre, del nunca"
Jorge Luis Borges.
"Así tuvo principio la aventura que duraría tantos inviernos"
Jorge Luis Borges.
El otoño en noviembre ya es un mapa de hojas, un pasaje donde se trasluce el pasado, donde se vive el presente, donde se imagina el futuro.
¿Han oído como suena la melodía de cada otoño?
¿Cómo página y hojas se ensamblan en el cuaderno de despedidas de noviembre?
"La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene"
Borges.
Noviembre se queda en la Ornithogalum arabicum, también conocida como Lágrimas de San Pedro. Terminará el mes y ella seguirá viva, abriendo pausadamente sus flores. Perdurará como el recuerdo vívido de una sincera amistad.
En memoria de Paco.
Noviembre 2024.
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