domingo, 11 de agosto de 2024

"TRASLADO DE LA BIBLIOTECA DE TORRE DE JUAN ABAD DE LA CASA TERCIA A UN ALMACÉN DE MUEBLES"

 






"Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría pan; sino que pediría medio pan y un libro"

Federico García Lorca.


Dirán ustedes que quién soy, pues verán, soy quien, con frecuencia, en las tardes de cualquier estación, porque en verano también apetece leer y mucho más, acudía regularmente a la biblioteca de Torre de Juan Abad a dejarme llevar por el realismo y por la magia de los libros. Fue precisamente en esta biblioteca de donde se "alimentó" este blog, allí iba en busca de esos volúmenes que tratan sobre el Campo de Montiel y era allí donde encontraba a Lourdes a quien nunca podías pillar in fraganti, porque de libros lo sabe todo, tal o cual tema, su colocación, si habían salido de préstamo, sin tan siquiera mirar el ordenador. Además, quiero que sepan que han tenido 9 premios en el concurso María Moliner de proyectos de animación a la lectura y un reconocimiento especial, hace unos años, por parte de la OEPLI (Organización Española Para el Libro Infantil y Juvenil) por su trabajo en favor de la lectura. Disfrutaba viendo la felicidad de los niños, cómo se dejaban llevar por la magia de los cuentos, muy atentos a las palabras de Lourdes, "alumnos" que fuera de clase, demostraban un comportamiento ejemplar. Quizás debí apuntarme al club de lectura, pero nunca lo hice. Además ahí estaban en el mostrador las novedades y esos momentos de deleite en los que oler, tocar los nuevos libros, saber de qué van, no tenía precio. Pero, disculpen, vuelvo hacia atrás, al comienzo, aparcaba en la calle Rubial justo enfrente de lo que fue el hospital, con su escudo del siglo XVI; más abajo, la Casa de Quevedo, ¡qué enorme escritor que eligió este pueblo para escribir parte de su obra! Observen que todos los pasos nos encaminan al centro histórico de la Torre.  Pasaba por delante de la casa de los Frías para luego a la izquierda al traspasar los soportales, al fondo, una puerta te introducía directamente en el "mundo de Alicia en el País de las Maravillas" 

La biblioteca, para quien no lo sepa, se halla en la antigua Casa de la Tercia. Repasemos qué significa esto. Me voy, para ello, derecha a un libro que conocí gracias a Lourdes, de un escritor de este Campo de Montiel, de Alcubillas, Juan Jiménez Ballesta: "La "Tercia" era la casa en la que se depositaban los diezmos. En Torre de Juan Abad será en 1575 cuando por primera vez tenemos noticias de ella, aunque su existencia parece segura en años anteriores...En 1985 se reinaguró como biblioteca pública y club-hogar del jubilado, no sin antes haberse utilizado otra vez como escuela, si bien en esta ocasión ocupaba también las dependencias interiores. Así lo recuerdan muchas personas que, al estudiar sus primeras letras, asistieron a ella"

"Torre de Juan Abad en su Historia. La huella de Quevedo"





Además, saben, una de las razones que me ataba a este maltratado Campo de Montiel eran los entrañables momentos en la biblioteca de Torre. No tenemos cine, conciertos, solo en verano, aunque en este pueblo son afortunados por contar con ese maravilloso órgano que espero no trasladen jamás de la Iglesia. Los que hemos elegido un pueblo para vivir no ha sido solo por nuestro trabajo, lo ha sido por las imprescindibles aunque escasas infraestructuras que tienen y sobre todo por las buenas personas, gentes que saben hacer bien su trabajo, que se mueven y luchan, que incentivan a los demás. Así es Lourdes, así es su "casa", la nuestra también, la biblioteca, porque algunas cerraron y sin embargo aquí, como en tantas otras hay una persona que ama su trabajo, que su pasión por los libros sabe trasmitirla desde niños a mayores. No me resisto a pensar que se traslade la biblioteca de lugar, porque su lugar es este, la Casa Tercia. Un libro necesita su andamiaje, su puesto de honor, no puede irse a un almacén de muebles  en la calle José Escudero, como para apartarlo, para desahuciarlo, para descartarlo. Me resisto a pensar que ya no podré hacer el "camino" a la biblioteca, ese preámbulo al edificio con su enorme riqueza en forma de miles de volúmenes. Depositarán los libros en el cuarto oscuro del olvido, del desamparo, ¿para que nadie lea? ¿Es ese el objetivo? ¿Una vez que estén "almacenados" se echará la llave? No, por favor, recapaciten, y no nos dejen sin la biblioteca donde hemos pasado buenos momentos, los mejores, quizás de nuestra vida, los que nos desvivimos por los libros, los que no podemos pasar ni un solo día sin leer, no podemos quedarnos quietos, sin expresar nuestra indignación. En los libros nos hemos dejado atrapar por las vidas que nos entrega cada ejemplar, cada "hijo" de un autor al que le ha costado "parir" con tesón y cariño. Por favor nos nos aparten de los sueños, no queremos la triste realidad, queremos ser felices solo con la simple lectura de un libro, no pido más.

Gracias.


11 de agosto 2024.


Fotografías de Lourdes Vélez.


sábado, 3 de agosto de 2024

SI LAS PIEDRAS PUDIERAN CONTARNOS Y NOSOTROS SABER ESCUCHARLAS.

 



"...El principio ha dado a luz el final

Todo continuará igual

Las sonrisas gastadas

El interés interesado

Las preguntas de piedra en piedra

Las gesticulaciones que remedan amor

Todo continuará igual..."


Alejandra Pizarnik.








Quizás porque algún día deje esta tierra, de una u otra forma, y porque se lo debo a ellas, a las piedras, fieles compañeras en las extensivas caminatas que he ido haciendo durante estos años, no tengo más remedio que dejar constancia, se lo debo, sí, (ya lo hice con Almedina cuando por esos trayectos fueron surgiendo numerosos interrogantes), así que esta mañana volveré a ellas porque por eso les dedico esas horas tempranas en las que la luz, con extremado cariño, va estremeciendo su interior.

Aquí, en el pueblo donde habito, donde he traspasado los límites, donde una y otra vez he horadado esas sendas que estoy segura fueron importantes señuelos hacia las grandes vías de comunicación, aquí, repito, las piedras hablan, no sé si fueron primero los fósiles, o quizás las calizas con agujeros o (aunque no sean piedras) los restos de cerámicas inequívocas, que en un mismo paraje conviven en paz, nos hablan de ellos, de pueblos de la prehistoria, íberos, romanos, árabes...Pero cada uno de ellos que en un principio imaginaba aislados, sin conexión, me fueron diciendo que no era así, que quizás en la dispersión aparente estaba la unión, se debían a su oficio, así los restos de fundición me dirían que en algún horno, hoy parte de hormas, se trabajaría incansablemente, hornos cercanos al agua de arroyos que hoy vemos secos pero que nos dejan la marca de su recorrido, de su embalsamiento, una serie de señales a las que hay que prestar atención, porque nada hay escrito, al principio de los tiempos no se había inventado la escritura ni el papel, aunque, imagino que esos signos con marcas oblicuas, que he ido encontrando en mi camino, fueron los primeros indicios de ese lenguaje esencial para comunicarse, para hacer transacciones. 

Hoy vemos muros y los admiramos, no son de ahora, los dueños sabiamente han sabido conservarlos, pero ya estaban ahí desde la prehistoria, algunos de un grosor considerable, todos nos hablan.

Como ejemplo les invito a ver lo que vengo observando en uno de los parajes que imagino fue un importante poblamiento, con miras hacia esos montes, Cabeza del Mijo, los Pollos, Las Cabezas, solo el primero adscrito al Bronce Manchego, los otros sin estudiar, al menos no he encontrado nada, pero son similares y además visibles unos con otros. Recuerden que la capacidad de verse era fundamental, así una serie de "hitos" serán los que vertebren este enorme espacio manchego, todos, los imagino así,  se comunicaban, hoy quedan las piedras en aparente mudez, solo hay que intentar dialogar con ellas.

















En memoria de Miguel Mesa, con quien compartía cada inquietud, cada hallazgo.